Es un edificio de uso residencial, con carácter social, construido en el barrio de Txurdinaga, en la Avenida Jesús Galíndez 14-A. Este barrio surgió de la expansión de la ciudad en los años 70 del siglo XX, con un urbanismo de edificaciones exentas,  amplias avenidas y una accidentada orografía dado su emplazamiento a los pies del Monte Avril. Ubicado en este entorno el edificio, proyectado por los arquitectos David Torres y Sandra Gorostiza, completa la ordenación de torres prevista, finalizando su construcción en 2006.

El solar, una ladera de pronunciada pendiente que desciende hacia el Este, se inserta en el eje de un espacio verde. Por la parte superior discurre la avenida, único acceso rodado, y por la parte inferior se encuentra el parque.

La edificación se corresponde con la tipología dominante en la zona, torre residencial exenta con unas dimensiones de 20 x 20 metros en planta.

La torre integra  toda la secuencia de plantas en un cuerpo unitario vertebrado desde el núcleo de comunicación. Su base emerge como un elemento poderoso desde la singular topografía de la parcela y se aligera a medida que asciende. El portal de acceso se sitúa a cota de la avenida. Sobre este nivel se desarrollan ocho plantas de viviendas. Por debajo se disponen tres plantas de sótano semi-enterradas hasta alcanzar la cota del parque, desde donde se produce un segundo acceso.

El eje del corredor verde atraviesa el edificio y libera su espacio central tanto en las plantas de viviendas como en la planta baja, donde el portal da paso a un amplio porche que, como un ojo, devuelve la mirada al parque. Dicho porche se aleja del concepto tradicional de espacio residual para incorporarse al programa como espacio definido y útil, para la comunidad.

Cada vivienda se dispone en una esquina. El esquema adoptado diferencia las zonas de día y de noche. Los salones ocupan el vacío central del edificio, son naves abiertas a las vistas que dejan entrar la luz y la naturaleza. Los dormitorios se conciben como celdas, espacios que miran de forma sesgada a las edificaciones próximas. La doble circulación a través de salón y cocina protege los dormitorios. Las cocinas recuperan su valor abriéndose con generosidad. Los tendederos introducen luz natural a los espacios de circulación, normalmente oscuros.

Francisco J. García de la Torre y Bernardo I. García de la Torre