Es un edificio de uso residencial construido en Abandoibarra, en la Avenida L. Leizaola 21-27, junto a la ampliación del parque de Doña Casilda Iturrizar. Las condiciones derivadas del emplazamiento (entorno, orientación, visuales), de las directrices de las ordenanzas (retranqueos en porche y ático, alturas, vuelos, materiales, proporciones de huecos) y del programa de necesidades (tipología de viviendas, superficies...) determinan la concepción volumétrica del edificio, cuya construcción finalizó en 2005. Se plantea como un cuerpo de un solo material y cuyas caras están resueltas en cuatro planos de distinta profundidad, con perímetros quebrados de formas irregulares, creando la ilusión de una gran masa de roca estratificada que se ha desprendido de sus estratos superficiales en determinadas zonas.

El equipo de arquitectos compuesto por Luis Peña Ganchegui, Rocío Peña y Mario Sangalli plantea que la percepción del edificio sea la de un cuerpo único, subrayado por la unidad del material. La apertura de huecos se concentra en los cambios de plano, vaciando la esquina. La fachada se reviste con placas de cuarcita y el ático superior queda retranqueado. Los huecos de planta baja, resolviendo tanto los del porche como los restantes, aparecen como “recortes” en el espesor de la piel exterior.

Las viviendas se organizan con fondos variables, de 12 a 14 metros, en torno a un patio de 9,50 x 17,15 m. y servidos por cuatro núcleos verticales compuestos de dos ascensores y escalera dispuestos sobre los lados cortos del patio. Los portales se agrupan dos a dos, en las fachadas Este y Oeste, liberando las fachadas Norte y Sur para uso comercial. Con la disposición de los ascensores se consigue un aprovechamiento máximo de las plantas de garaje, permitiendo la continuidad de todos ellos. A dichas plantas de sótano se puede acceder desde el exterior a través de los pequeños porches abiertos en las fachadas menores para dar servicio a los portales.

 

 

 

 

Francisco J. García de la Torre y Bernardo I. García de la Torre