Antonio Trueba, Antón el de los Cantares, nació en Montellano, municipio de Galdames, en la noche de Navidad de 1819, aunque durante mucho tiempo se pensó que fue en 1821, dato cambiado para impedir su alistamiento en filas. Pronto su familia se trasladó a Sopuerta. En su infancia se aficiona a la lectura de manera autodidacta. En la educación de su sensibilidad poética tuvo que ver el hecho de que tuviera un tío, Manuel de la Quintana, aficionado a improvisar versos en castellano.

Al comenzar la Primera Guerra Carlista, los padres de Antonio Trueba lo envían a Madrid, a casa de un tío propietario de una ferretería en la que iba a ocuparse el muchacho, como dependiente. En su estancia madrileña que duró diez años, continuó con sus lecturas, a la vez que observa la sociedad que le rodea. En ese momento Antonio Trueba se educa en la lectura de los principales románticos españoles. En 1851 publica una novela histórica, El Campeador, dando comienzo a los treinta años a su carrera literaria. El mismo año da a la imprenta la obra que le dará renombre: El libro de los Cantares, un texto de poemas en los que se entremezcla el gusto por lo popular y lo oral, con un elemento sensible al gusto de la época. La lectura de Lo Gayter del Llobregat de Joaquín Rubio i Ors supuso una influencia clara en su concepción de la literatura. En 1853 publicó el libro Cuentos populares. Y Cuentos campesinos en 1860. 


La obra de Antonio Trueba puede considerarse cercana a la sensibilidad, muy unida a una concepción costumbrista de la descripción de las sociedades rurales y de la atención al supuesto habla local de los personajes. No cabe duda de que gozó de una amplia recepción  en las clases sociales más populares. Apelación a los sentimientos y descripción de  la vida cotidiana pueden describirse como  los dos pilares sobre los que se construye su obra. Se le ha descrito como uno de los primeros paisajistas vascos y en este sentido ha sido considerado como un predecesor de los escritores de la llamada Generación del 98. No cabe duda de la importancia de la recepción de su obra en su tiempo, y del eco que recibió de la sociedad en su momento, pero hay que confesar que su obra se encuentra, en este momento, en la memoria de los lectores, pero en la consideración de una obra romántica de relativo atractivo.

En ese momento se ha colocado como empleado en el Ayuntamiento de Madrid y se dedica al periodismo literario. Comenzó sus colaboraciones en la Revista Vascongada de Vitoria, pero adquirió fama en la Correspondencia de España, una publicación que tiraba alrededor de 25.000 ejemplares.

Contrajo matrimonio con Teresa Pardo en 1859. En 1862 la Diputación de Bizkaia le ofreció el cargo de archivero general y cronista del Señorío. Desde ese momento permaneció en la ciudad de Bilbao. Fue diligente con la ordenación y conservación del Archivo, pero prefiere la crónica de la actualidad al estudio de la historia de la provincia.

Al comienzo de la Guerra Carlista de 1872 Antonio Trueba debe dimitir de sus  cargos,  acusado de ser carlista por las diputacinones liberales. Permanece en Bilbao hasta 1873 ocupándose de El Correo Vascongado, y ese año regresó a Madrid. En 1876 la Diputación lo repuso en sus cargos.

Desde ese momento se multiplicaron sus colaboraciones en prensa y su firma apareció en El Noticiero bilbaíno, Irurac-bat, en la Revista Euskara de Pamplona, y sobre todo en La Ilustración Española y Americana.

Quedó viudo en 1883 y comienza el principio de su enfermedad, de la que buscó remedio en las aguas medicinales. Murió el 10 de marzo de 1889 en Bilbao.

Jon Kortazar