En el año 1952 el Gobierno estableció la obligatoriedad de que el suministro de leche se realizase a través de centrales lecheras en los municipios mayores de 25.000 habitantes, para garantizar las medidas sanitarias adecuadas. Teniendo presente este marco legal, se formó la Cooperativa de productores de leche de Vizcaya (1.03.1953) que creó la Central lechera Beyena, ubicada en el Alto de Castrejana (Bilbao) y fue autorizada en 1958.

Las cooperativas concedían créditos a los ganaderos para la compra del ganado, facilitaban los piensos en mejores condiciones y se encargaban de la recogida, tratamiento y distribución de la leche. Esta actividad cooperativa facilitó la labor de los ganaderos y mejoró sus condiciones económicas. La actividad de la cooperativa ganadera también prestó atención a la mejora del ganado y de los forrajes para lo que se creó la Granja Modelo de Mungia.

El desarrollo de esta actividad ganadera necesitaba financiación. Por ello, Beyena impulsó la creación de la Caja Rural de Vizcaya, en 1967.

La mejora del sector ganadero tuvo un impulso destacado en los años 70 y 80. Esto se consiguió gracias al desarrollo de una campaña de saneamiento de la cabaña ganadera que redujo las enfermedades de las reses, la impulsó de la mejora genética de los animales, a las acciones de mejora en la tecnología de ordeño y a la modernización de las instalaciones.

A partir de los 70 las cooperativas lecheras vascas comienzan a considerar la posibilidad de cooperar para hacer frente a la competencia de otras empresas del sector. Será en 1982 cuando por primera vez cuando desarrollen un proyecto conjunto para la adquisición de envasadoras de leche pasteurizada en envase de cartón.

El ingreso de España en la Comunidad Económica Europea en 1986 incrementó la competencia en el sector lechero y las cooperativas vascas evidenciaron su escaso volumen para afrontarla con éxito. Por ello, se planteó la posibilidad de fusionar las centrales lecheras con la cooperación del Gobierno Vasco y el Gobierno de Navarra. En 1992 se crea Iparlat como empresa que reunía las cooperativas Gurelesa, Copeleche-Inlena y Beyena, lo que supuso la desaparición de Beyena como una cooperativa independiente.


Mikel Urquijo