Cecilia Idirin Garabieta era natural de Lezama, hija de Juan José Idirin y Nicolasa Garabieta. Al menos tenía un hermano llamado Marcos. En 1937 tenía 24 años y estaba soltera. Residía en la anteiglesia de Basauri, concretamente en el barrio de Dos Caminos, calle Ariz nº 6 y trabajaba como ama de casa.

Tras la conquista de Basauri por parte de las tropas franquistas, Cecilia huyó de la anteiglesia. El 18 de agosto de 1937 los agentes de Investigación y Vigilancia tuvieron constancia de que se encontraba en Bilbao, por lo que procedieron a su búsqueda, siendo detenida el día 22.

Cecilia Idirin fue denunciada el 24 de agosto por uno de los maestros municipales de Basauri, que había sido destituido por las autoridades republicanas debido a su filiación derechista. Éste manifestó que ella “fue quien le denunció” y que “por ello fue detenido durante once meses”, “constándole también de manera cierta que ha perseguido y maltratado a personas de derechas, siendo una de las que más excitaban a cometer agresiones de esta índole”. El mismo día, otra vecina de Basauri compareció ante los agentes de Investigación y Vigilancia manifestando que un día sufrió insultos, “llamándola entre otras cosas fascista”. En aquel momento Cecilia Idirin “aprovechándose de aquellas circunstancias y a traición la agarró por la espalda desprevenida derribándola al suelo y ya en esta situación la arrastró tirándola del pelo de la cabeza insultándola y maltratándola”.

Los agentes que procedieron a registrar las denuncias de estos dos vecinos informaron que los “antecedentes obrantes no le son nada favorables”. Según su información Cecilia “estubo (sic) en el frente de Amurrio con las milicias rojas, animando a cometer toda clase de agresiones y asesinatos a los prisioneros (…), durante los meses de agosto y septiembre se cometieron en el sector de Orduña-Amurrio hasta 16 asesinatos, siendo el hermano y amigos de ésta los que más se distinguieron”.

El día de su detención Cecilia declaró que nunca había estado afiliada a ningún partido político ni sindicato. Negó que hubiera denunciado al maestro municipal de Basauri al igual que rechazó la acusación de haber estado en milicias. Reconoció haber acudido al frente de Amurrio a entregar comida y ropa a su hermano, pero no a maltratar a presos. Respecto al incidente con la vecina afirmó que aquel mismo día se enteró de que su hermano había muerto en el frente combatiendo a los sublevados. Varias mujeres le manifestaron su pésame, afirmando que “lástima de fascistas y quien inventó la guerra”. Según Cecilia, la denunciante contestó que “algún día querrán todos serlo y no podrán”. Debido a esas palabras, Cecilia “la empujó por dos veces derribándola al suelo, sin que sea cierto que la arrastrara o insultara”.

El 5 de septiembre de 1937 fue trasladada a la Cárcel de Larrinaga. El 16 del mismo mes fue nuevamente interrogada, ratificando su declaración anterior y nombrando dos personas que podían avalar favorablemente su conducta. El 23 de septiembre el maestro que la denunció fue nuevamente interrogado, afirmando esta vez “que si bien los hechos que denunció no los presenció el declarante, lo sabe por referencias”. La primera de las personas que avaló a Cecilia también testificó el día 23, manifestando que a pesar de ser derechista no la molestó, “ni sabe que haya molestado a otras”. El otro avalista no pudo testificar al encontrarse movilizado por el bando franquista. A pesar de este hecho a Cecilia no se le dio la oportunidad de presentar un nuevo testigo.

Una semana después el Ayuntamiento de Basauri informó sobre Cecilia, denunciando que “se ha distinguido durante el dominio rojo-separatista en insultos al Glorioso Ejército Nacional y a personas de derechas, llegando en algunas ocasiones a agredir a una señora”. La Guardia Civil de Basauri  informó el 4 de octubre, manifestando que “es de mala conducta, faltó varias veces a la moral, en las colas era el terror por sus malas lenguas y muy simpatizante de la extrema izquierda”.

El 15 de octubre el fiscal solicitó la pena de muerte, acusando a Cecilia Idirin de “extremista destacada insultando constantemente a personas de derechas y llegó a maltratar a algunas vistiendo mono de miliciano y estuvo en los frentes. Incitó a asesinar prisioneros”.

El 26 del mismo mes el tribunal militar aceptó todas las acusaciones de que había sido objeto Cecilia, incluso las del maestro municipal. Por ello fue condenada a pena de muerte.

Francisco Franco se dio por enterado de la pena impuesta el 4 de diciembre de 1937, siendo fusilada en Derio la madrugada del 13 de diciembre y enterrada en el cementerio municipal de Bilbao.


Aritz Ipiña Bideaurrazaga