A finales del siglo XIX el consumo de cerveza entre la población de Bilbao comenzó a popularizarse en bares, restaurantes, cafés y en las denominadas cervecerías o cerveceras.  De este último tipo de locales hay que diferenciar, por un lado, aquellos establecimientos que vendían cervezas de diferentes procedencias, tanto de fabricación local como de importación y en los que se reunían los hombres para beberla; y por otro, aquellos establecimientos que aunaban producción y venta de cervezas.

Entre los primeros destacaron varios; en 1870 funcionaba la Cervecería de la Viuda de Echevarria Villabaso, en el barrio de la Estación; La Cervecería Inglesa, regentada en 1879 por Daniel Sterry y en 1889 por Robert Cameron y Ricardo Sivete, estaba situada en la calle del Arenal 26, y a partir de 1890 la regentaría Eusebio de Uralde. En Deusto existía una campa llamada “La Cervecería” que estaba alquilaba para venta de refrescos y cervezas entre 1860 y 1882; la cervecería de la Viuda de Juan Bautista Aznar, sita en Correo, nº 13, está abierta en 1888; en 1890 la Sociedad Matossi & Compañía (que regentaba el Café Suizo en La Plaza Nueva) abre en los bajos del Nuevo Teatro (actual Arriaga) La Cervecería Suiza, local de breve existencia, ya que cerró en 1904, que además tenía permiso para colocar jardineras y mesas en uno de los costados del edificio y en ella vendían cerveza de su fábrica de Santander y cervezas de importación; La Cervecería Vasco-Navarra, propiedad de Lizarraga y Compañía, fabricantes de cerveza de Deusto, estuvo ubicada en Gran Vía 8 desde 1882 hasta finales del siglo XIX y vendía cervezas en barril de su producción y de diferentes fabricantes; La Gran Cervecería de Strasburgo, propiedad de la viuda de Benito Kutz, cervecero donostiarra con fábrica en dicha capital, estaba ubicada en la calle Nueva.

En cuanto a los segundos, a aquellos locales que unían producción y venta de cerveza en veladores o terrazas de forma ocasional y/o estacional, casi todos fueron regentados por alemanes. Entre ellos cabe destacar, por orden cronológico, el caso del cervecero Jacob Geiler en Deusto, establecido junto a la iglesia de San Pedro de Deusto y que en 1895 solicitó permiso para instalar una caseta para venta de sus productos en la Campa de la Cervecería. El cervecero alemán Carlos Federico Meins fundó la Cervecería Vascongada en 1894, que durante una época se denominaría “Cervecería Toro”. Primeramente estuvo ubicada en la calle Fueros nº 10, pero en 1895 instala su fábrica en la finca Ezcurra Mayor, en el barrio de Zugastinovia, trasladándola en 1896 a la finca La Cerca en Alameda de San Mamés, en cuyos jardines, que contaban con instalaciones recreativas diversas e incluso con luz eléctrica, además de venderse cerveza se ofrecían otras bebidas y sándwiches de jamón y salchichón a 25 céntimos; en 1899 cambió nuevamente de ubicación, esta vez en la calle Autonomía y posteriormente, en 1904, a la Plaza de La Casilla y en 1908 al alto de Basurto, cerca de Cobetas. José Schumann fue el fundador en 1886 de la fábrica de cerveza “La Salve y ya en 1909 abonaba 1500 pesetas anuales de renta al Ayuntamiento en concepto de uso de la Campa de la Salve, en la que colocaban mesas y sillas para la venta y consumo de sus cervezas, renta que desde 1910 fue reducida a 1000 pesetas y que se mantuvo al menos hasta 1921.

A las tres fábricas  de cerveza que existieron en Bilbao en el siglo XX y que formaron una importante industria cervecera local, “La Vizcaína” en Iturrigorri, “La Cervecera del Norte” en Basurto y “La Salve” en Artasamina, se debe en parte el éxito del consumo de cerveza no sólo en Bilbao, sino en su entorno más próximo. La creación de lo que sería un nuevo mercado  y el incremento de su demanda sería una tarea larga y difícil, en la que influirían numerosos hechos, entre los que cabe destacar el proceso de modernización de Bilbao en esos años, fruto de una emergente industria basada fundamentalmente, pero no sólo, en la siderurgia. Esa modernización del espacio urbano  incrementó el consumo de cerveza, circunstancia que se manifiesta claramente en los años 20; en esas fechas y en el entorno de la capital del Nervión, las cerveceras fueron sustituyendo a los clásicos txakolís en los gustos de los consumidores de aquella sociedad vizcaína en pleno desarrollo industrial. Situadas junto a las fábricas de cerveza, estos recintos ajardinados se rodearon de numerosas instalaciones de ocio (frontones, juegos de bolos y rana, pistas de patinaje…) en los que los domingos y festivos se celebraban romerías vascas con acordeonistas y txistularis. 

De todos ellos destacaron los de “La Cervecera del Norte” a la que ya en 1914 se había autorizado la venta al aire libre de las cervezas de su elaboración en los jardines iniciales de dicho complejo, en los que existía en mitad de dicho espacio un quiosco en el que se vendía tanto cerveza en jarras como en barriles. No será hasta 1923 cuando se autorice la construcción de un conjunto de pabellones cubiertos dispuestos en terrazas, los conocidos “Jardines Iparralde”, diseñados por el arquitecto Marcelino Odriozola, con terrazas distribuidas primeramente en tres y posteriormente ampliadas a cinco alturas escalonadas, con frondosas arboledas. Otra de estas instalaciones, más modesta, la tuvo “La Vizcaína”, proyectadas por el arquitecto Emilio de Otaduy en 1925 e inauguradas en 1927.

Pero además se instalaron veladores en zonas urbanas próximas a las fábricas, caso de “La Salve”, que  ocupaba con mesas y sillas en época estival la campa del mismo nombre, zona de la villa particularmente singular, puesto que al estar situada al lado de la Ría se contemplaban desde ella los numerosos barcos que transitaban por la misma o se encontraban atracados en las inmediaciones.  Otro local fuera del entorno fabril fue la  Cervecera de La Casilla, que únicamente vendía cerveza de “La Salve”, ya que sus propietarios eran la familia Pérez Yarza, dueños a su vez de dicha fábrica de cerveza. Dicha cervecera estuvo situada en la parte zaguera de las Escuelas de Indautxu, daba cara a la Plaza de La Casilla, a Doctor Areilza y a General Eguía. Pese a que dicha familia instalara dicha cervecera en los años 20, anteriormente  había sido conocida como la Cervecera de Gregorio Riesco, otro empresario local que desde 1896  fabricaba cerveza en dicho solar, conocido como la finca Ezcurra Mayor y que ya antes había utilizado el cervecero Carlos Meins. Esta cervecera estuvo abierta hasta 1973. Otra de las cerveceras con las que contó Bilbao fue la instalada en la Ribera de Botica Vieja, en Deusto, frente a los antiguos astilleros Euskalduna, que perduró hasta los años 90 y que comercializaba la cerveza “La Cruz Blanca” de Santander.

En general las instalaciones de todas ellas contaban con mesas y sillas de madera plegables en las que se servían jarras de cerveza que se expedían en unos mostradores y eran servidas por camareros. Los numerosos camareros que atendían las mesas (en algunos momentos llegaban a ser hasta 50) llevaban chaquetas blancas de piqué, camisa blanca, pantalón, calzado y corbata-pajarita negros, además de la imprescindible servilleta grande blanca doblada que portaban en el brazo. Pese a todo y sin lugar a dudas, el vino era en esas fechas la bebida de referencia y lo que se consumía habitualmente en las tabernas de las comunidades rurales ; el vino era pues la bebida popular mientras que la cerveza era consumida únicamente por las élites urbanas, que lo hacían además de forma estacional. Pero además se empezó a popularizar la costumbre de instalar despachos ambulantes de venta de cerveza en ferias, fiestas o exposiciones, romerías, espectáculos, mítines y toda clase de concentraciones de público en el entorno vizcaíno ; dicho sistema hizo que se popularizase el consumo de cerveza en zonas rurales y principalmente en las costas, tan indicadas para esta clase de bebidas, fundamentalmente en época estival.

Todas las cerveceras tradicionales bilbainas desaparecieron en diferentes momentos del siglo XX y con ellas se fue una forma de socialización del entorno urbano de Bilbao. 

 


Miguel Ángel Santos Crespo