De notable nivel cultural, Diego Antonio Basaguren fue un político y funcionario vizcaíno que desempeñó el cargo de Secretario de las Juntas generales y el de Primer Secretario de la Diputación Foral de Bizkaia, cargo políticamente relevante y que ocupó hasta su muerte en 1828. Basaguren nació en Otxandio en 1762 y logró el monopolio del poder local en Otxandio gracias al control desplegado por su padre, también escribano y político. Contrajo matrimonio con Fernanda de Larrinoa, natural de Otxandio, y tuvo tres hijos, con quienes residió en Bilbao desde 1800.

 Su participación en las Juntas Generales estuvo influenciada por su amistad con Zamácola. Así, fue apoderado en Juntas no sólo por Otxandio, sino también por Dima, Iurreta y Cuatro Concejos.

 Su intervención política más importante será como Secretario de la Diputación, un cargo relevante dado su carácter vitalicio. Basaguren hizo su primera intervención como Secretario en las Juntas Generales de 1795.En 1802 fue elegido Tercer secretario por el bando gamboíno para lograr el cargo de Primer Secretario en 1804, esta vez por el bando oñacino. Ese año, y dada su lealtad a Zamácola, fue perseguido por los participantes en la revuelta.

 En 1808 fue secretario de la Junta Suprema de Gobierno de Bizkaia, institución surgida de la mano de los defensores de Fernando VII frente a la Diputación General. Durante la ocupación francesa, entre 1810 y 1811, ocupó los cargos de secretario de la contaduría del Gobierno de Vizcaya, bajo el general Thouvenot, y el de Secretario del Consejo de la Provincia de Vizcaya. Tras la caída del gobierno napoleónico, Basaguren dejo su cargo de forma temporal para ser rehabilitado el 13 de diciembre de 1812 como Secretario de la Diputación Provincial, cargo en el que permaneció hasta el 20 de mayo de 1814.

 En 1824, y ante la imposibilidad de reponerle en su cargo de Secretario de la Diputación al haber participado en la Provincial, y por su lealtad a la monarquía absoluta y a los Fueros, fue nombrado Secretario Perpetuo del Gobierno del Señorío.

Ana Prado