Matador de toros nacido en Bilbao, por más señas en la localidad de Sestao, el 20 de febrero de 1895. El apodo de “Fortuna” le viene dado por un suceso que tuvo lugar durante su juventud, por el que se puede decir que el joven Diego nació dos veces en su vida. Un desafortunado accidente en la estación de Valladolid, cuando pretendía coger en marcha un tren junto a un amigo de la infancia, acabó con la vida de su compañero, que al caer a las vías no se dio cuenta de que en sentido contrario venía otro a gran velocidad. El azar del destino hizo que el torero salvase la vida milagrosamente. Fue un aficionado bilbaíno, Victoriano Santisteban, conocedor de este detalle de la vida del diestro, quien le impuso el apodo.

Antes de iniciarse en el camino del toreo, Diego Marquiarán pasó los primeros años de juventud adolescente trabajando en Altos Hornos de Vizcaya como aprendiz de fundidor. Pero pronto inició su andadura en la tauromaquia actuando bajo las órdenes de José María Ibarrondo. Su primera actuación en Vista Alegre  tuvo lugar el 31 de mayo de 1914, aunque su cita relevante de aquel año fue la que tuvo con Madrid el 2 de agosto, tras los éxitos cosechados en plazas como Carabanchel o Tetuán de las Victorias. En su debut en Madrid estoqueó  novillos de Eduardo Olea junto a Pedro Carranza “Algabeño II” y Alejandro Sáiz Ortíz “Ale”, también de Bilbao.

En la temporada de 1915 fue el novillero con más proyección y número de actuaciones, llegando a las 42 novilladas, por lo que estaba perfectamente preparado para dar el paso hacia el escalafón superior, que se hizo realidad el 17 de septiembre de 1917 en Madrid con toros de Benjumea y alternando con Rafael Gómez “El Gallo” como padrino del acontecimiento y Alfonso Cela “Celita, en calidad de testigo.

Se puede afirmar que la carrera  de Diego Mazquiarán fue breve pero intensa. Entre 1917 y 1921, “Fortuna” hizo honor a su apodo y disfrutó del reconocimiento de crítica y público, convirtiéndose en uno de los referentes de la tauromaquia del momento en cuanto al uso de la espada  y la ejecución de la estocada, que según cuentan los cronistas, era el momento culminante por la majestuosidad y perfección con que la llevaba a cabo.

En 1920 hizo una de sus mejores faenas en Bilbao, ante un toro de Murube que le empitonó de forma dramática hasta despojarle de la casaquilla. “Fortuna” tiró de coraje y valor consiguiendo que el respetable se levantara de sus asientos. Su fuerte seguía siendo la suerte suprema, pero lo cierto es que tanto críticos como aficionados exigían de éste algo más que buenas estocadas.

Sin embargo la destreza de “Fortuna” con los aceros fue  decisiva  no solo en la plaza sino en la calle. El 23 de enero de 1928 fue fecha clave en el anecdotario de Diego Mazquiarán “Fortuna” y de los madrileños ya que gracias a un suceso singular, su nombre traspasó las fronteras de lo taurino para integrarse en el terreno de lo popular. Ocurrió que un toro que era trasladado por carretera, en concreto la carretera de Extremadura y que tenía como destino el matadero, irrumpió en la Gran Vía madrileña ocasionando gran revuelo y algunos heridos de considerable gravedad. El toro recorrió varias calles de la capital sembrando el pánico hasta finalizar su trayecto en la Gran Vía. “”Fortuna”, que pasaba por allí de camino a la casa de sus suegros, advirtió el peligro de la situación e improvisó una lidia, abrigo en mano, mientras mandaba a un muchacho a su domicilio para hacerse con un estoque y poder matar al animal. La “faena” duró lo que reglamentariamente marca el reglamento en las plazas y en 15 minutos Diego Marquiarán  acabó con la vida del toro que había irrumpido en la ciudad. El gesto de heroicidad fue premiado no solo por los allí presentes que alzaron a “Fortuna” en hombros para llevárselo hasta un café donde se celebró el feliz desenlace sino que además se le concedió la Cruz de Beneficencia.

“Fortuna” tuvo el honor de matar el primer toro que se lidió en Las Ventas el día de la inauguración de la plaza, un 17 de junio de 1931. Se llamaba “Hortelano” y era de la ganadería de Domecq.

En Bilbao, actuó por última vez junto a Vicente Barrera y Domingo Ortega el 18 de agosto de 1931 y se retiró de los ruedos españoles en 1934, para desarrollar lo que le quedaba de trayectoria como matador en América.

Murió en Lima, afectado por una dolencia cerebral  el 29 de abril de 1940 a los 45 años de edad.

 


 

Covadonga Saiz