El Colegio Miribilla es un edificio de equipamiento docente emplazado en el barrio de Miribilla, en la Calle Miribilla 0. Proyectado por los arquitectos Juan Vidaurrazaga, Roberto Sola y José Ramón Torres, está construido sobre una parcela situada en la parte inferior de la ladera. El edificio principal se dispone en el ángulo Norte, el mejor conectado con la ciudad existente y con los nuevos vecinos del barrio. Esta disposición permite cerrar la parcela a la orientación más desfavorable y abrir los espacios exteriores hacia el Sur y el nuevo parque.

La construcción ha adoptado una geometría suave y curvilínea hacia esta orientación dejándose influir por la ladera que desciende hacia ella y que va a ser su paisaje cotidiano.

El centro, inaugurado en 2004, contiene dos entidades educativas independientes como son el propio colegio infantil y una guardería, compartiendo únicamente algunas instalaciones en común.

Exteriormente el edificio ha adoptado un cromatismo neutro que lo diferencia de la edificación residencial circundante. Interiormente se han utilizado, de forma puntual, tres colores sobre una base general neutra, teniendo en cuenta que los trabajos que realizan los niños irán decorando el centro. Estos tres colores básicos se utilizan también en la pavimentación de las distintas áreas de juego exteriores.

El proyecto ha tenido que solventar la obtención de la mayor superficie posible para espacios exteriores de juegos. La acomodación a la topografía de la parcela, que presentaba un desnivel relevante entre sus extremos, ha servido para resolver este compromiso. De esta forma se dispone la edificación menor (guardería) dentro de la parcela como elemento regularizador de la topografía, provocando la aparición de dos niveles independientes relacionados cada uno de ellos con su propio edificio. Esta disposición permite “no ocupar” parte del solar, con la cubierta del edificio menor albergando el área de juegos infantiles en el nivel superior. La planeidad de ambas plataformas queda asegurada. Con ello se consigue, dentro de una parcela relativamente pequeña, un espacio de dimensiones nada despreciables y con usos claramente definidos.

En el colegio, sus espacios interiores se desarrollan de forma longitudinal en torno a una rampa central que protagoniza sus recorridos verticales.

Francisco J. García de la Torre y Bernardo I. García de la Torre