Eduardo Zamacois y Zabala nació en Bilbao, el 2 de julio de 1841, y murió en Madrid, el 12 de enero de 1871. Su padre, que tuvo una veintena de hijos, fue Miguel Zamacois, profesor del Colegio de Humanidades de Vizcaya, y su madre fue la segunda esposa de aquel, Ruperta María del Pilar de Zabala. En el entorno familiar de los Zamacois, cuyo apellido procedía de Hasparren (País Vasco Continental) había músicos, poetas e historiadores. 

Recibiría una educación que incluiría idiomas, música y artes plásticas, comenzando por Bilbao, con los profesores Joaquín Balaca y Cosme Duñabeitia, y continuando den Madrid, a donde pronto se traslado la familia. Ingresó en la Real Academia de San Fernando en 1856 y allí tuvo como profesor a Federico de Madrazo. 

Pensionado por la Diputación Foral de Bizkaia en 1860, el primer año en el que la institución puso en marcha la iniciativa, pasó a vivir en París, en el  Hotel Garni del barrio de Montmartre. No habiendo conseguido se admitido en la Ècole des Beaux Arts sí que logró se aceptado en el estudio de Ernest Meissonier.

Contrajo matrimonio en París, en 1865, con Louise Marie Héloise Perrin. El matrimonio tuvo dos hijos, Miguel Louis Pascual, que llegaría a destacar como periodista y dramaturgo, y María Helena, a la que no llegó a conocer, ya que nació en 14 de septiembre de 1871.

En España pronto le llegó el éxito y, así, le fueron encargados trabajos decorativos para las dependencias del futuro Alfonso XII, en el Palacio Real de Madrid. Los años 1862 y 1864 ganó sendas medallas de tercera clase en la Exposición Nacional de cada uno de ellos.

En 1866 conoció a Mariano Fortuny, artista catalán nacido en Reus en 1833, con el trabó una gran amistad. En 1869 Fortuny retrató al aguafuerte a Zamacois apoyado en una mesa. Además Zamcois posó para su amigo en la obra maestra de aquel, La vicaría, expuesta actualmente en Barcelona, en el MNAC.

Al año siguiente, 1870, otuvo la Medalla de Oro del Salón Oficial de París por el cuadro La educación de un príncipe. El galardón extendió su fama de tal modo que en 1872 el escritor Charles Dickens compró el cuadro titulado El guarda campestre.

Mermado de salud y teniendo que soportar además los efectos de la Guerra Franco-Prusiana (1870-1871), en 1871 dejó Francia y se asentó de nuevo en Madrid. Murió la poco de llegar, el 12 de enero de aquel año, cuando apenas contaba veintinueve años de edad.

Recibió homenaje póstumo en la Exposición Universal de París de 1878, en la que se le otorgó un diploma.

Sus obras están expuestas en diversos museos de Europa, Estados Unidos, Argentina y Japón. En el Museo de Bellas Artes de Bilbao puede verse, entre otras obras del artista,  La visita inoportuna, una muestra de las claves de su estilo: color puro, composición atinada y un detallismo minucioso.

Edorta Jimenez