Fue el mes de Marzo de 1957, cuando la promotora municipal Viviendas Municipales Sociedad en Comandita, tras haber adquirido una gran extensión de terrenos en el Ensanche de Deusto, fue aconsejada a acudir a un concurso de ideas para la redacción de un proyecto para 1.186 viviendas. De los proyectos finalistas ganó el presentado por el estudio de Rufino Basañez, Julián Larrea y Esteban Argarate. No obstante, es preciso reivindicar que si se ganó el concurso fue gracias a la propuesta de Esteban Argarate con una inédita distribución de los bloques, ya que estudió en Madrid un urbanismo mucho más serio. El proyecto terminó siendo una heterogénea interpretación formal personal de la Unidad de Habitación de Le Corbusier por Rufino Basañez, una vez que el resto de arquitectos componentes del estudio le dejaran hacer, según me confirmaron en una entrevista tanto Larrea como Argarate.

 Detrás de esta propuesta, tal vez algo tuvo que ver el viaje que realizaron Basañez y Larrea por Holanda, Francia y Bélgica una vez ganaron el concurso. La idea era ver qué se hacía en ciudades como Paris, Marsella y Rotterdam, sobre todo en esta última, con la intención de ver cuál había sido su política constructiva dada su condición de ciudad reconstruida de posguerra.  Fueron años en los que entre las nuevas generaciones de arquitectos bilbaínos deambulaban por Europa y América a la búsqueda de innovadoras propuestas en aquellos países que habían realizado mayores avances en investigación sobre la ciudad, impulsando las últimas teorías, debates y controversias en torno a la vivienda, al pensamiento de la ciudad y que diferían totalmente de las planteadas en la escuela, por el Ministerio de la Vivienda o por la iniciativa privada.

 No obstante, y dada la difícil situación económica del momento, finalmente Basañez, Argarate y Larrea vieron reducida drásticamente la superficie de 30.000 metros cuadrados sobre la que tenían previsto construir más de un millar de viviendas y plantearon finalmente el proyecto en tres únicos bloques, dos de ellos con tres plantas de altura, con 45 y 50 viviendas respectivamente y un tercero con doce plantas de altura y 132 viviendas. Emplazados en una manzana rectangular, dos de los bloques paralelos y un tercero en perpendicular. Las líneas verticales dominaban en el bloque principal. Fueron varios edificios novedosos por su estética, distribución y composición, que se insertaban en el nuevo tejido urbano del ensanche de Deusto.

 Una vez consultada la memoria y los planos del proyecto constatas que en el bloque principal como respuesta de accesibilidad propusieron unas comunicaciones en vertical, a través de dos cajas de escaleras, una incorporada al edificio y la otra exenta. El acceso a las viviendas lo plantearon a través de unos característicos corredores o pasillos exteriores. Este fue un recurso que Basañez posteriormente emplearía reiteradamente en otros proyectos de segundas viviendas en núcleos urbanos de veraneo como Gorliz o Laredo.

 Las plantas del grupo Astigarraga fueron del tipo viviendas subvencionadas pues se trataba de viviendas económicas y diferían en sus superficies pero emplearían mayoritariamente el sistema dúplex, influenciado por la propuesta de Le Corbusier. Sin embargo, según la memoria del proyecto lo hicieron también porque les resultaba una solución mucho más económica que la tradicional. Se utilizaron los materiales más baratos y empleados de forma artesanal como hierro y hormigón armado con tablas de madera dada su condición de vivienda social. Junto al recurso utilizado de la fachada exenta y la brutalidad del hormigón visto, además del recurso de las cubiertas horizontales, que tantas satisfacciones le dieron a Basañez, hicieron de esta propuesta en vivienda, lo que muchos han denominado una de las experiencias más audaces en la historia de la arquitectura española de los años sesenta.

 Empero, destacaría por algo más. Frente a la política que inició el Ministro de la Vivienda, José Luis Arrese, en 1957, de fomentar la vivienda en propiedad,  -con toda clase de subvenciones, ayudas y exenciones fiscales, haciendo del construir viviendas sociales un lucrativo negocio para la promoción moderna de inmobiliarias y para las sociedades financieras-, estas viviendas lo fueron en régimen de alquiler económico. Y es que esa era la idiosincrasia de Viviendas Municipales S. en C., desde que se fundó en 1941.

 Tal y como lo llegaron a describir desde la propia revista Arquitectura, fue dentro de ese panorama irrelevante en donde adquirió su verdadera dimensión, con aquella ambigüedad lingüística, extraordinariamente perturbadora.

 

 

Luis Bilbao