La década de los años 60 supuso la aparición de edificios en altura en el Ensanche de Bilbao. Si hasta la fecha las ordenanzas municipales impedían levantar edificios de más de siete plantas –dos más en los torreones de las esquinas- a partir de 1962 la controvertida modificación de la ordenanza número 50 permitirá la construcción de bloques abiertos de mayor elevación. La medida supuso un incremento del aprovechamiento urbanístico para los promotores y la posibilidad de poner en práctica técnicas constructivas avanzadas como el muro cortina en fachada.

A consecuencia de este cambio comienzan a levantarse torres o edificios de más altura en el Ensanche, situadas generalmente en su perímetro y casi nunca en el centro, como por ejemplo los complejos residenciales de Zabálburu y Etxezuri, las torres de oficinas del Banco de Vizcaya o el Edificio Albia frente a la Ría, en Uribitarte.

Ubicado entre Uribitarte Paselekua y la calle Uribitarte, el Centro de Negocios Albia se remonta a mediados del año 1960, cuando el propietario del solar solicitó al Ayuntamiento la construcción de un edificio singular. Tras presentar el proyecto en mayo de 1965, redactado por los arquitectos José Sans Gironella (1922-1992) y Juan Carlos de Smith Prado (1918-2000), fue inaugurado en 1970 como uno de los complejos de oficinas más grandes de la ciudad (a pesar de que inicialmente fue concebido como hotel y edificio de apartamentos). Está compuesto por dos inmuebles verticales levantados sobre un zócalo en el que se encuentra un amplio vestíbulo, común para ambos, de doble altura y con locales comerciales en su interior. El bloque más alto, de diecinueve plantas, llega hasta una cota máxima de unos 70 metros de altura, y el segundo tiene trece pisos.

Arquitectónicamente destaca por su entrada a través de un puente rodado que une el acceso con el Ensanche, resolviendo el inconveniente de que la parcela se encuentre en el nivel bajo del Paseo Uribitarte y por lo tanto desvinculada inicialmente del centro de negocios de Abando, elevado respecto a aquél. La torre destaca por la sobriedad de sus fachadas y su esbeltez, más patente desde el Paseo Campo Volantín. Son igualmente mencionables las soluciones constructivas de los huecos: en las fachadas largas se emplea un tipo de ventana de gran tamaño, abatible horizontalmente, lo cual permite el disfrute de vistas en altura sin interposición alguna de carpinterías. Y la fachada suroeste se resuelve con un gran muro cortina de madera, solución constructiva valorable por ser poco habitual en aquella época su ejecución con este tipo de material.

En la actualidad más de un centenar de empresas desarrollan su actividad en el complejo. La promotora fue Filasa (Fomento de Inmuebles Lasa, SA), una empresa madrileña propiedad de la familia Lasa.