Una ferrería de monte es una instalación preindustrial capaz de transformar el mineral de hierro extraído en bruto de la naturaleza, en un hierro metálico apto para la forja de armas, aperos de labranza, clavazón y otras herramientas. Consistía en un taller al aire libre con uno o más hornos de reducción de pequeño tamaño que alcanzaban temperaturas en torno a los 1.300º C ventilados con un fuelle, y en cuyos diversos procesos productivos interviene directamente la fuerza humana.

Gracias a la investigación arqueólogica se sabe que estos antiguos talleres de producción se instalaban en pequeños rellanos  de montaña en cuyas inmediaciones se podían encontrar mineral de hierro de buena calidad (generalmente hematites), madera abundante para hacer carbón vegetal y un pequeño curso de agua. Según los datos recabados hasta el momento, se constata que  en Bizkaia estuvieron en funcionamiento entre el S. III y el S. XIII aunque  esta tecnología antigua podría haber perdurado en nuestro territorio desde el S. V a C. hasta el XIV-XV d C. tras la consolidación  de las ferrerías hidráulicas.

Históricamente el trabajo del ferrón y el dominio de la técnica de transformación del hierro con fuego han acarreado numerosas leyendas. De ahí algunos nombres con los que se conoce en euskera a este tipo de ferrerías primitivas como “haizeola” (ferrería de aire, el más difundido) que hace referencia a la creencia de que este tipo de hornos se colocaban en lo alto de los montes o lugares bien venteados para obtener un tiro natural sin fuelle, o el nombre de “jentilola” (ferrería de los gentiles) en referencia a aquellos antepasados mitológicos, asociados a los pobladores de los antiguos castros y que ya conocían el secreto del laboreo  del hierro.

El municipio de Bilbao recoge 10 de los 170 yacimientos arqueológicos de ferrerías de monte censados en Bizkaia. Se ubican en las laderas del cordal del monte Pagasarri y por ahora sólo existen dataciones de dos de ellos: Arraiz perteneciente al S. X d.C. y Arrastaleku 1 en funcionamiento durante los siglos XI y XII d.C. Testigos de una importante  y habitual actividad económica que estuvo activa en los montes de aquel poblado anterior a la fundación de la villa bilbaína en el año 1300 por parte de Doña María Díaz de Haro. Arrastaleku I cuenta con un panel interpretativo in situ que explica el funcionamiento de esta ferrería en un antiguo bosque de robles donde los primitivos ferrones trabajaban de un modo estacional (en invierno y primavera mientras discurriese el arroyo cercano) los recursos minerales y naturales de este entorno privilegiado.  En la ferrería de monte se daba todo el proceso necesario para la obtención de un tocho de hierro metálico o “agoa”: lavado de mineral, tostado o calentamiento previo del mineral con leña, machacado del mismo en morteros de piedra, introducción en el horno de reducción junto con el carbón vegetal, y su posterior extracción en caliente hacerle la primera forja en una gran piedra del entorno. Una de las características más singulares de estos hornos era que se cargaban y descargaban desde arriba sin una aparente salida inferior para las escorias.

 El trabajo del hierro, en lo que se refiere a su extracción como la transformación del mineral para la elaboración de instrumentos y objetos, ha sido una de las principales actividades económicas llevadas a cabo en Bizkaia en general y en Bilbao en particular. La existencia de yacimientos históricos de distintos minerales de hierro en la zona minera de Bilbao ha determinado que hayan sido explotados de forma intensiva desde la época romana hasta prácticamente nuestros días,  y su calidad ha otorgado a nuestro hierro históricamente una merecida fama a nivel internacional. Las ferrerías de monte son el origen de aquella pujante industria.


Javier Franco