El frontón Bizkaia es un edificio de uso deportivo, para el juego de la pelota vasca, situado en el límite de la ciudad, en el barrio de Miribilla, en la calle Luis de Castresana 2. Debido a su emplazamiento y a su carácter de equipamiento territorial se plantea como un gran volumen compacto, sobrio y rotundo que le otorga la solemnidad propia del uso que alberga, al estar llamado a ser el Centro de la Pelota Vasca.

Inaugurado en 2011 según proyecto de los arquitectos Javier Gastón, David Gastón y Marcelo Ruiz, el programa se organiza de manera que los diferentes usos se maclan conformando finalmente un paralelepípedo de grandes dimensiones y geometría pura. Las fachadas que envuelven el volumen resultante son de pizarra negra, material pétreo que hace referencia a los bloques de piedra que forman el frontis de la cancha.

La geometría del edificio se ve interrumpida por perforaciones que permiten la entrada de luz y, asimismo, se convierten en fuentes de luz hacia el exterior haciendo intuir su actividad. El resultado es un gran monolito negro, un hito en la periferia urbana de Bilbao.

El edificio se ha situado en la parcela permitiendo la generación de un amplio espacio exterior abierto a la avenida, antesala al vestíbulo de acceso a los frontones.

Interiormente se divide en dos zonas según su uso: el administrativo (kiroletxea) y el deportivo (canchas).

El espacio interior se desarrolla a partir de los grandes vacíos de las pistas en torno a los cuales se organiza un sistema de circulaciones, gradas y espacios de estancia y espera, un espacio abierto y conectado que oscila entre la compresión de las zonas de paso y la dilatación de las zonas de estancia.

La sobriedad del exterior contrasta con la complejidad geométrica interior provocada por la disposición de los planos inclinados de las gradas y la utilización del color y la luz natural.

La estructura de hormigón armado es protagonista del espacio interior. Se muestra con honestidad y no se recubre. Su rotundidad se ve suavizada por el aporte de luz natural desde la cubierta, luz natural indirecta y dirigida hacia las canchas, dejando a los espectadores en un segundo plano. Las canchas adquieren por tanto un carácter teatral, un dramatismo propio de la tradición del juego de la pelota vasca.

Francisco J. García de la Torre y Bernardo I. García de la Torre