Institución bilbaína de beneficencia privada destinada a proporcionar albergue y alimentación a los pobres. Creada a comienzos del siglo XX, mantiene en 2014 una residencia para ancianos, situada en el mismo barrio de Mena en el que inició su andadura.

Durante el tránsito del siglo XIX al XX, la Misericordia y el Asilo de las Hermanitas de los Pobres, quedaron desbordados por el incremento de personas necesitadas. Considerando que no era factible aumentar la capacidad de estas dos instituciones, un grupo de filántropos bilbaínos, encabezado por el presidente de la Diputación, conde Aresti, acometió la empresa de crear la “Asociación Vizcaína de Caridad” y dedicó sus energías a recaudar un capital suficiente para mantenerla.

En el año 1903, consiguieron que el Ayuntamiento de Bilbao les cedieralos barracones de madera que habían sido construidos como hospital para enfermos de cólera. Estaban situados en el barrio de Mena, en Abando. En ellos habilitaron una cocina y comedor capaz para dar cada día quinientas comidas, así como dos salas dormitorio. También les fue cedido el edificio del antiguo matadero de Begoña, en la calle del Cristo, donde ubicaron una tienda-asilo.

Una década después construyeron un edificio de mayor porte, en piedra, con capacidad para albergar hasta cien personas, primero, y ciento cincuenta en 1945.Contaba con una sección de dormitorios para parejas de la tercera edad, compuesta de 24 habitaciones. También con una capilla que todavía persiste en 2014.

Más adelante se llegaron a habilitar hasta cinco comedores en locales cedidos por el Ayuntamiento, de los que sólo tuvieron continuidad los de las escuelas de Berastegui (trasladado luego a la calle Lertxundi) y Marzana.

El número de asilados en un principio era en torno a los sesenta-setenta, de los que el 75% estaban en Mena y los restantes en la calle del Cristo. Creció hasta ciento cincuenta, todos ellos en Mena, en los años cincuenta.

El número de comidas servidas en los comedores permaneció bastante estable durante años. Se acercaba al medio millar por día y daban también alrededor de treinta raciones diarias de sopa para los niños pequeños.

A finales de los setenta sus instalaciones habían quedado obsoletas y era evidente la necesidad de una reforma profunda. Se construyó un nuevo edificio sobre el mismo solar, que en 2014, alberga todavía la “Residencia Conde Aresti”.

Juan Gondra Rezola