Institución benéfica bilbaína fundada al finalizar la Guerra Civil orientada a facilitar tratamiento gratuito y posibilidades de trabajo a los enfermos cardiacos crónicos. La creación del Servicio Vasco de Salud – Osakidetza, al asumir este tipo de tratamientos, le obligó a un cambio substancial; sus servicios asistenciales se incorporaron al Hospital de Basurto y la Fundación se dedicó a tareas de prevención.

Origen

En los años cuarenta, recién finalizada la Guerra Civil y con Europa sumida en otra terrible guerra, el hambre causaba estragos en la población y volvían a incrementarse en Bilbao las tasas de mortalidad que habían ido descendiendo de forma notable desde el comienzo de siglo; todavía no había sido creado el servicio médico-farmacéutico de la Seguridad Social y la asistencia sanitaria quedaba en manos de la medicina privada o, en el caso de los pobres de solemnidad, en las de la beneficencia pública. Los enfermos cardiacos precisaban tratamiento de por vida y un seguimiento de su enfermedad por médicos bien preparados, pero muchos de ellos fallecían porque su pobreza les impedía sufragar el coste del tratamiento. Su situación socio laboral era lastimosa.

Ya en los años anteriores a la guerra, esta situación había llamado la atención de Miguel Iriarte Iriarte, un tolosarrra especialista en cardiología establecido en Bilbao que fue el principal impulsor de esta institución y que propugnaba la creación de una institución que se ocupara del tratamiento médico-quirúrgico de los enfermos cardiacos y de la búsqueda de mejorar sus posibilidades para conseguir un trabajo digno.

El doctor Iriarte pudo ver su propuesta convertida en realidad cuando encontró el soporte económico propiciado por el director de la Caja de Ahorros Municipal, Eliseo Migoya, y el apoyo de varios compañeros, entre los que cabe destacar a los doctores Landa y Araquistain. Surgió entonces la Fundación Vizcaya Procardiacos, cuyo primer director fue el doctor Pedro Toledo.

 

Primeros pasos y construcción de un hospital

Se estableció una consulta gratuita para los enfermos cardiacos, atendida por los mejores especialistas en cardiología bilbaínos, que prestaban aquel servicio desinteresadamente. En aquellos años eran todavía raros los trastornos cardiacos originados por la arterioesclerosis y, por el contrario, muy frecuentes las afecciones de las válvulas del corazón, las valvulopatías, en su mayor parte de origen reumático.

En paralelo, se crearon talleres para enseñar a los pacientes crónicos trabajos compatibles con su capacidad cardiaca.

En el año 1953 eran 420 los pacientes censados que acudían regularmente a consulta cuando se inauguró una nueva sede, en la calle Gregorio Balparda (actual calle Autonomía), y se pudo contar con quirófanos y camas de hospitalización. A partir de esa fecha dieron comienzo las intervenciones quirúrgicas a pacientes con cardiopatías congénitas y con estenosis mitrales graves, llevadas a cabo por el cirujano Carlos Otaduy. Más de cien pacientes fueron operados por él hasta su muerte prematura en 1965, cuando contaba con 55 años de edad.

Contribuyó a esta época de esplendor el retorno desde México de Miguel Iriarte Ezcurdia, hijo del fundador, formado en el Instituto Nacional de Cardiología de México, que transformó la práctica médica y creó una escuela de cardiología en la que se formó una generación de cardiólogos vascos.

En 1969 en número de pacientes que habían recibido tratamiento ascendía a diecisiete mil, pero se estaban iniciando los cambios que obligaron al traslado al Hospital de Basurto de los servicios asistenciales, con Miguel Iriarte hijo al frente.

  A partir de aquella fecha la institución se volcó en las tareas de prevención por medio de la “Fundación para la Investigación y Docencia de las Enfermedades Cardiovasculares” (FIDEC), heredera de la antigua Fundación Vizcaya Pro Cardiacos. Merecen ser destacadas entre sus actividades una importante aportación a la generalización de los tratamientos anticoagulantes en los pacientes que lo precisaban, y la “Semana de Prevención de la Arterioesclerosis” que organiza cada año esta fundación. 

Juan Gondra