El origen de la sociedad fue la necesidad de la empresa Santa Ana de Bolueta de reconvertir sus obsoletas instalaciones, con unos altos hornos que funcionaban con carbon vegetal que se remontaban a 1848, y buscar nuevas producciones rentables.

La sociedad se constituyó el 23 de octubre de 1928 en Bilbao como una filial de Santa Ana, con la cooperación técnica y económica de Griffin y Safak, y explotaría las patentes de las tres empresas. Las empresas belgas cobrarían por sus patentes un porcentaje (el 2%) sobre las facturas. Su capital fue de 1.700.000 pts. (1.600.000 aportado por Santa Ana, y el resto por las empresas belgas).

El Consejo de Administración estaría formado por nueve miembros, dos terceras partes españoles. Griffin y Safak tendrían cada una un representante.

A punto de terminar 1930 Fundición Bolueta produjo sus primeras ruedas, placas de molino y estaba ya a punto de producir sus primeros cilindros de laminación, de los que habían recibido también sus primeros pedidos. En enero de 1931 comenzaron a salir los primeros cilindros de laminación, y, lo más importante, se tenían ya en cartera la producción de unos 100 de ellos.

Los efectos de la crisis eran palpables, sin embargo el acierto a la hora de formar Fundición se vio pronto en sus ventas. Si bien en fundiciones corrientes entre 1931 y 1933 prácticamente su media mensual de ventas no varió, fue en las fundiciones templadas y especiales en donde aumentaron significativamente sus ventas, mostrando las posibilidades que tenía la introducción de la fundición templada.

Con el fin de la guerra Civil, y la recuperación, paulatina, de la normalidad la actividad de Fundición Bolueta en tiempos de autarquía no pudo ser más favorecida, puesto que era el único fabricante de cilindros de laminación templados de España y lo fue durante muchos años. Sin embargo, esta cómoda posición en el mercado puso las bases para sus problemas posteriores.

En 1966 Fundición Bolueta, para mejorar su capacidad de elaboración de cilindros, firmó un acuerdo de asistencia técnica con el fabricante de cilindros alemán Gontermann-Peipers GmbH  en la idea de introducir nuevas calidades. Este empeño supuso la ampliación de las dos naves (fundición y ajuste) hasta las cinco.

La crisis económica de los setenta afectó de forma directa a Fundición Bolueta, con unas instalaciones envejecidas y con escasa capacidad de modernizarlas. Pero además de las circunstancias generales hubo otras que la afectaron más directamente. Sus instalaciones fueron arrasadas por las inundaciones de 1983, lo que supuso un parón forzado de meses, y cuando se pudo poner de nuevo en marcha los trabajadores comenzaron una serie de movilizaciones y protestas. Para rematar la mala situación en 1994 tuvo que suspender pagos por los impagos de Irán, que consiguió del Gobierno español una moratoria para su deuda pero que no contó con las empresas para acordarla.

En 1996 la situación dentro de la empresa se hizo insostenible, por lo que fue vendida por una peseta a sus empleados, que intentaron buscar desde entonces un socio que aportara capital y tecnología. Así nació Fundiciones Bolueta-Kvarner con un socio noruego que aunque inicialmente prometió tanto lo uno como lo otro no cumplió con sus promesas quedando la empresa todavía en peores condiciones.

Tras pasar a depender de Sidenor, que se comprometió a llevar a cabo un plan industrial, este consistió en desmantelar la fábrica, llevar los elementos útiles bien a Reinosa, bien a Brasil recolocando también al centenar de trabajadores en sus otras plantas, y vender el terreno para la construcción de viviendas en 2004. En 2005 se derribaron sus instalaciones y en 2015 se ha comenzado a construir lo que será el nuevo barrio de Bolueta, tras derribar la fábrica de bolas de Santa Ana de Bolueta, por lo que sólo queda del viejo pasado industrial la vieja chimenea de la Electra de Bolueta y la minicentral hidroeléctrica de Santa Ana, construida en 2000.


Eduardo J. Alonso Olea