Nació en Durango el 28 de mayo de 1843 este hijo de Lázaro Lizana Ovejas, marqués de Casa Torre, y de María Josefa de la Hormaza Puente, perteneciente a una notable familia bilbaína.
José María de Lizana se doctoró en Derecho por la Universidad de Madrid, obteniendo sobresalientes calificaciones. Al concluir sus estudios no pasó, sin embargo, a ejercer su profesión, dedicándose a prestar colaboraciones literarias en periódicos y revistas, tales como El Noticiero Bilbaíno y La Juventud Católica de Bilbao. Compatibilizó dichos trabajos con la dirección de la Academia de la Juventud Católica, constituida antes de la guerra carlista con objeto de impartir enseñanzas de carácter primario y religioso a niños y adultos en clases dominicales y nocturnas, respectivamente.
A finales del siglo XIX tomó la iniciativa en el campo empresarial, participando en el despegue industrial. Dada su acomodada posición económica, intervino en la creación de nuevas sociedades industriales vinculadas espacialmente a la cuenca alta del Ibaizabal.
Al igual que otros destacados miembros de la burguesía bilbaína del despegue como lo fueron Víctor Chávarri y Pablo Alzola, José María Lizana estuvo vinculado al movimiento proteccionista de la industria regional y nacional.
Desde la literatura y el periodismo contribuyó, no sólo al enriquecimiento cultural de la época, sino que ahondó también en la tarea que convirtió en su leitmotiv, como declarara Pablo Alzola, “servir a los pueblos, a la religión, a la provincia y al Estado”. Autor de diversas obras de carácter costumbrista, religioso, histórico, social y jurídico, fue, además, miembro de la Academia de la Historia. La figura y obra de José María Lizana resultan claro exponente de la evolución ideológica del monarquismo liberal en Bizkaia.
El 23 de julio de 1911 moría J. Mª Lizana en Amberes.
Un año aproximado estuvo José María Lizana al frente de la corporación municipal bilbaína, desde su constitución el 1 de enero de 1890. Gestión que, aunque breve, resultó de gran intensidad debido al alcance social de los acontecimientos vividos en aquellas fechas. En sesión de 27 de abril de 1890, el Ayuntamiento de Abando acordaba “a instancia de la mayoría del vecindario, la supresión de dicho municipio y su agregación voluntaria al de Bilbao”. El 1 de julio tuvo lugar el acto oficial de anexión de Abando, celebrándose con diversos festejos (cucaña, música, cohetes, partido de pelota, banquete).
En el capítulo de infraestructuras de comunicaciones, fue concedida una subvención de 34.000 pts. al ferrocarril Bilbao-Lezama, comprometiéndose la compañía a finalizar las obras en 1891. El paso del ferrocarril Bilbao-Portugalete por Uribitarte acarreó serias desagracias personales, adoptándose medidas al respecto.
Los déficits en equipamientos continuaron presentes en aquel Bilbao que crecía día a día. Diversos brotes epidémicos y el excesivo aumento de mujeres con enfermedades venéreas sirvieron para probar una vez más la escasa capacidad del hospital (9.04.1890), urgiendo el comienzo a las obras de Solokoetxe (15.1.1890). Sin embargo, la demora se prolongó, no procediéndose a la cimentación y desmonte del terreno hasta verano de 1890. De manera que, en diversas ocasiones, tuvieron que ser habilitados de forma provisional los barracones de Mena, a donde fue trasladado también el local de reconocimiento de mujeres “públicas ambulantes” situado frente a las escuelas de las Cortes.
Para esparcimiento y ocio, la población bilbaína contó con el recién inaugurado teatro (1890) y unos reformados paseos de los Caños, del Arenal y de Sendeja a la Salve. Respecto a los servicios municipales, pasó a estudio la reforma del cuerpo de la Guardia municipal con el objeto de que fueran creadas plazas suplentes para reforzar el servicio de noche (5.02.1890).
Cesó en su cargo como alcalde el 31 de marzo de 1891 y fue sustituido por José María Solaun.
Susana Serrano Abad