Es una construcción destinada a uso musical, ubicada en El Arenal bilbaíno, en la margen derecha de la Ría. Construido en 1928 según proyecto del arquitecto Pedro Ispizua.

Un proyecto inicial de 1923 para construir un kiosko de la música, como elemento singular de la urbanización del Paseo del Arenal, inspirado en la forma de una concha, no fue ejecutado por su alto coste económico. Fue necesario un segundo proyecto del propio Ispizua, arquitecto municipal de Bilbao, que finalmente llegó a buen término y que se mantiene hasta la actualidad tras sucesivas remodelaciones.

Su propuesta tiene en cuenta cuestiones acústicas, funcionales y constructivas, que son resueltas con una cubierta ligera volada y atirantada que parece flotar sin apoyos y que facilita la visión de los espectadores sobre la totalidad del escenario. Se decanta por la utilización de estructura metálica, integrando en ella la decoración, con un sentido de modernidad frente a modelos de tipologías anteriores, con un carácter urbano e innovador. Une la fuerza plástica de la arquitectura del hierro con detalles y decoraciones Art Decó. Bajo el escenario se ubica un semisótano con locales de servicio al que se accede por unas escaleras laterales. Asimismo el proyecto recogía un pequeño puesto de refrescos en la parte posterior.

Pedro Ispizua, de origen bermeano y apasionado por el dibujo, se recrea en este proyecto a través de sucesivas propuestas gráficas que desembocan en la obra que hoy conocemos: un kiosko de música circular abierto con cubierta volada, de gran expresionismo. Supone, junto a otra obra de escala bien diferente, el Mercado de la Ribera, el legado más sobresaliente de este prolífico arquitecto en el borde del casco histórico hacia la Ría.

En 1985 el kiosko fue rehabilitado por Ramón Lecea, arquitecto municipal, poco antes de su fallecimiento, restableciendo sus vidrieras.


Francisco J. García de la Torre y Bernardo I. García de la Torre