El Kurding Club fue una agrupación de jóvenes burgueses bilbaínos creada en la década de los ochenta del siglo XIX. Su local se ubicó en la plaza del Arenal. Aunque su nombre real fue El Escritorio, se popularizó como Kurding en alusión a las kurdas o borracheras que se enganchaban sus socios.

Se trató de una sociedad recreativa que trajo la modernidad y el desenfado al Bilbao conservador de la Restauración a través de exposiciones de pintura, sesiones musicales, conferencias y tertulias. No en vano fueron los predecesores de las primeras Exposiciones de Arte Moderno de Bilbao de principios de siglo, y pusieron la semilla de la Academia Musical Vizcaína y de la Sociedad Filarmónica.

Su reglamento constaba de un único artículo escrito en la piel de un pandero que decía: “Dentro del local de la sociedad, cada socio podrá hacer lo que le dé la gana, siempre que no moleste a los demás”. Su sede estaba decorada con cuadros de famosos artistas como Adolfo Guiard, Ignacio Zuloaga, Manuel Losada, Anselmo Guinea o Darío de Regoyos, que incluso formaron parte del club. También contaron con una amplia colección de objetos como la colección de armas de Murga, el Moro vizcaíno, la cabeza de Don Terencio o el txistu de Txango. Lo celebraban todo, desde exposiciones y concursos hasta cenas romanas, la fiesta de los inocentes o el 2 de mayo.

Este tinte liberal que algunos calificaron de vulgar, inmoral y escandaloso fue denunciado en una homilía por un misionero y la sociedad acabó por deshacerse. No obstante, aquellos que tuvieron más relación con la música se trasladaron a un local en la calle Correo al que llamaron El Cuartito, como recuerdo de la pequeña habitación que en el Kurding se había reservado para los músicos. Ellos fueron los fundadores de la Sociedad Filarmónica de Bilbao en 1896.

Ale Ibarra Aguirregabiria