Institución de financiación municipal creada el 4 de diciembre de 1931 para organizar la vida escolar de la Villa durante la II República.

La mejora y la generalización de la enseñanza fue uno de los principales objetivos del gobierno republicano que la entendió como un instrumento necesario para afianzar la democracia, y el mejor instrumento al servicio de la transformación de la sociedad. Para tal fin el gobierno del Estado fomentó su modernización, principalmente de la enseñanza primaria, a través de la dignificación, incremento y mejora de la formación del profesorado, la renovación de los planes de estudio que situaban al alumno en un plano más activo en el proceso de enseñanza- aprendizaje, y la ampliación, reforma y construcción de nuevos centros escolares y de sus servicios. El resultado fue que gracias a la financiación directa del Estado y la cooperación de municipios como el bilbaíno que se canalizó a través del Patronato Escolar y de Cultura, se ampliaron, reformaron y construyeron nuevos centros educativos según criterios novedosos de organización escolar.    

Tras los primeros estudios y la ampliación de plazas escolares, el 4 de diciembre de 1931, el Ministerio de Instrucción Pública, a petición del Ayuntamiento, creó el Patronato Escolar de Cultura con el fin de gestionar las necesidades escolares de una manera más eficiente y con mayores recursos económicos que en años anteriores.

En diciembre de 1932 el Patronato señalaba que Bilbao contaba con escuelas municipales, nacionales, subvencionadas, privadas seglares y religiosas que sumaban 23.491 alumnos y 544 profesores. Según sus datos, la mayoría de la población infantil, alrededor del 72%, estaba escolarizada y recibía mayoritariamente una educación primaria pública y gratuita (66,79%), en clases de más de cuarenta alumnos. Por lo que el Patronato se encargaba de gestionar gran parte de la educación primaria de Bilbao.

Desde el patronato se gestionaron las reformas y servicios como roperos, duchas escolares y cantinas en 16 escuelas que ofrecían comida a más de dos mil comensales diarios. Con el Patronato también se implantó la “escuela práctica de la mujer” o “escuela del hogar”, que se encargaba de enseñar a las mujeres tareas domésticas. Asimismo, se fomentaron las colonias escolares y la inspección médica, que ya existía desde 1919. Aunque no se llevó a cabo, se contempló la organización de una escuela para niños con deficiencias físicas y psíquicas. El interés por la formación infantil se concretó en proyectos sobre alimentación y salud escolar, y en la organización en 1933 de la I Semana Pedagógica.

Desde el patronato se dirigió la ampliación de las escuelas de Berastegi, Uribarri y Cervantes, y la transformación del albergue de Ollerias en escuela, de cuyas obras se encargó el arquitecto municipal Pedro de Ispizua. También se previó construir siete nuevos centros, la mayoría en barrios del extrarradio de la ciudad, como Otxarkoaga, Santutxu, San Francisco, Zorroza, Elorrieta y Deusto. De ellos se erigieron los centros de San Francisco (Tomás Meabe) y Santutxu (Luis Briñas).

En junio de 1932 el Patronato convocó el concurso para construir el grupo escolar de San Francisco. En el concurso se definió una manera diferente de entender la educación, acorde con las tendencias pedagógicas modernas y que atendiese a las necesidades del entorno. Para ello se pensó en un amplio programa de diferentes escuelas (elemental, maternal, de adultos y del hogar), con servicios comunes abiertos (auditorio, baños, piscinas, inspección médica), y una zona de recreo y parque público que respondiese a las carencias de esparcimiento del barrio. Con él se quiso marcar un modelo a seguir por el resto de centros escolares de la ciudad y dar respuesta a la demanda escolar y de servicios sociales de un enclave marginal. El proyecto premiado y erigido por Juan de Madariaga y Joaquín Zarranz, se empezó a construir de manera parcial el 3 de mayo 1933 y se finalizó en 1945. El modelo marcado en San Francisco se siguió en el grupo escolar Luis Briñas que diseñó Pedro de Ispizua, cuyas obras comenzaron el 5 de junio de 1933, con motivo de la clausura de la I Semana Pedagógica, y se terminaron en 1941.

En los años que estuvo activo durante la II República el Patronato fue criticado por falta de medios, por limitar su gestión a los grupos municipales, y por falta de autonomía en el nombramiento de profesorado.

 


Javier Fernández Muñoz