Ante los graves problemas provocados por las masivas corrientes migratorias en Bilbao durante los años 50 los máximos dirigentes del Ministerio de la Vivienda empezaron a plantear la idea de implantar sistemas de construcción prefabricada ante la urgencia por resolver el déficit habitacional y frente a la inoperancia de los métodos constructivos más tradicionales. Además de la implantación de unos sistemas constructivos innovadores sostenían ir más allá fomentando la investigación, aplicar nuevas ideas, realizar ensayos, perfeccionar materiales y métodos, con el fin de suscitar una innovadora tecnología.

 En Bilbao el caso más destacado fue el del promotor José Luis Calvo Casas quien desde 1957 estudió aquellos sistemas que abarataran la construcción para hacer asequible una vivienda a quienes mayores problemas de adquisición tenían.  Ante la inexistente experiencia, Calvo Casas marchó a Francia a seguir de cerca la evolución de los sistemas de prefabricación pesada. Tras su estudio y análisis concluyó que el más adecuado para Bilbao era el Fiorio. Acto seguido fundo la empresa Previcasa e inició una serie de actuaciones tanto en Bilbao como en otras poblaciones cercanas. Las viviendas erigidas fueron bloques lo mismo de cuatro alturas o bloques de catorce alturas que serían realizados en aquellos municipios con mayor déficit en viviendas sociales como Bilbao, Amorebieta o San Salvador del Valle y que servirían para contrastar su eficacia como laboratorios de experiencias constructivas.

 La constructora benéfica Viviendas de Vizcaya utilizó este tipo de sistemas para abaratar y mejorar la construcción de viviendas para obreros de empresas como la Babcock Wilcox. Incluso fue utilizado en el polígono de Otxarkoaga con el fin de experimentar su viabilidad para ser empleado masivamente en los ocho polígonos del INV previstos construir en el Gran Bilbao. Las cooperativas de viviendas bilbaínas llegaron a fomentar la prefabricación de materiales mediante modulación basados en la experiencia sueca.

 Pasados los años se produjo una ruptura en la política constructiva, para dejar de depender de los sistemas de patente francesa, se pasó institucionalmente a fomentar otros sistemas de prefabricación que abaratara costos, que se adaptase a la normativa tecnológica y que fueran de patente española. El técnico bilbaíno Calvo Casas tras ocho años de investigaciones ideó un sistema de construcción industrializada de casas tradicionales (PRESCOIN), monolítico, con un gran aislamiento de ruido y que le permitía la utilización del ladrillo visto en sus fachadas que eran tan del gusto de los bilbaínos.

 El sistema lo utilizó en dos localidades vizcaínas muy significativas, una primera en Ortuella, con 95 viviendas, diseño del arquitecto Cesar Sans Gironella, dada su condición de municipio con graves problemas deficitarios. Una segunda actuación tuvo lugar en el poligono del INV, en Txurdinaga, con 170 viviendas, diseñadas por el también arquitecto Rufino Basañez, porque se trataba del polígono modelo de los urbanizados por el Ministerio de la Vivienda y por ser el polígono de las constructoras benéficas, siendo un excelente escaparate para vender su efectividad y éxito en futuras actuaciones del INV.

 A pesar de las enriquecedoras experiencias suscitadas en torno a la viabilidad o no de estos sistemas, la importancia en la obligada industrialización y progreso no se centraba únicamente en elementos ni sistemas sino en una determinada línea de pensamiento y evolución que no se produjo. 

Luis Bilbao