El primero de Mayo o Fiesta del Trabajo es una fiesta que reivindica los derechos laborales de los trabajadores y que nace en 1890, en plena industrialización. Su celebración se pacta durante el congreso de la II Internacional de París, en 1889, en torno al cual se está aglutinando parte del movimiento obrero europeo. El 1 de mayo  se elige porque conmemora los sucesos de Chicago o revuelta de Hymarket,  ocurridos en la ciudad de Chicago en 1886, cuando unos trabajadores reivindican las ocho horas de trabajo. El suceso se salda con varios ejecutados (que luego fueron llamados los Mártires de Chicago) y cientos de represaliados.

A lo largo del XIX en Europa, y también en algunas partes de España, se produce un proceso de industrialización y modernización. Es el caso de la cuenca vizcaína del Nervión, que en el último tercio del siglo XIX experimenta una serie de transformaciones económicas y sociales. También se producen cambios en el escenario político, como es el surgimiento del movimiento obrero.

En Bilbao, la festividad del 1º de Mayo de 1890 tiene una gran importancia porque por vez primera la fuerza de la organización obrera se hace patente en la Villa. Es el partido socialista el que convoca la manifestación, y su éxito será su mayor logro movilizador hasta ese momento.

En 1890 el Partido Socialista todavía no se encuentra consolidado en Bilbao, por lo que la respuesta a la convocatoria del 1º de Mayo resulta un tanto incierta. Por eso, y para subrayar el carácter festivo de la celebración, se traslada la fecha del 1 al 4 de mayo, que es domingo.  

A pesar de este carácter festivo, en Bilbao las autoridades movilizan a las fuerzas de seguridad, alrededor de 2000 hombres, entre Guardia Civil, Foral y fuerzas del ejército. Su propósito es proteger edificios oficiales y zonas estratégicas ante posibles altercados, así como vigilar los barrios obreros de Las Cortes y San Francisco.

El domingo 4 de mayo, a las 10 de la mañana, alrededor de 3000 trabajadores de Bilbao se reunen en el Teatro Romea, y más tarde van a la plaza de La Cantera. Antes de comenzar la marcha, alrededor de 1000 personas de la zona de las minas se unen, y son recibidos por los trabajadadores bilbaínos con vítores. El grupo al completo comienza el recorrido por la ciudad, encabezado por los socialistas Felipe Carretero, “tronando contra la burguesía”, y  Facundo Perezagua, clamando“contra los villanos de las minas”. La marcha termina en el Gobierno Civil, donde se entregan las peticiones de los manifestantes, y se acaba disolviendo en la Plaza Elíptica.

La manifestación en Bilbao se desarrolla con total calma y sin ningún altercado. Las llamadas de los socialistas a actuar con “cordura y sensatez” son constantes. Las reivindicaciones se sitúan en línea con lo pactado por la Segunda Internacional, como las 8 horas de trabajo y la implantación de una legislación protectora con los obreros. Pero también aparecen los problemas propios de la zona, como son la existencia de los llamados “cuarteles” y “cantinas obligatorias”, donde los mineros de la zona de Triano-Somorrotro son obligado a vivir y a comprar sus víveres. Los trabajadores bilbaínos hacen suya la reivindicación minera de acabar con estos espacios.

Por la tarde Perezagua acude a la zona minera de Triano-Somorrostro. En La Arboleda se congregan 4000 hombres y mujeres para escuchar su discurso donde “se pronunció contra los cuarteles y las barracas donde se explota a los mineros haciendo con ellos heregías (sic) y tratándoles como bestias”.

El 4 de mayo de 1890 cambia la percepción que los obreros y las obreras tienen de si mismos, de su trabajo y de sus condiciones de vida. El éxito de esta celebración supone el primer triunfo socialista en esta zona y la movilización de una parte significativa del colectivo obrero.


Sara Hidalgo García