Durante la guerra civil los puentes que unían ambos márgenes de la Ria en Bilbao fueron destruidos. Uno de ellos fue el puente de Isabel II o del Arenal. El nuevo Ayuntamiento franquista tuvo como una de sus prioridades la reconstrucción de los puentes. Había un doble objetivo en esto: por un lado, volver a conectar los márgenes de la Ria y devolver así parte de la normalidad al día a día de la ciudad; por otro, vincular la reconstrucción con la dictadura, dándole al nuevo régimen un barniz positivo, en comparación con el caos republicano. Se cambió además el nombre como método de propaganda.

Para reconstruir los puentes el ayuntamiento franquista presidido por José María Areilza creó el 24 de junio de 1937 la Oficina Técnica de Puentes Fijos. La Oficina se encargó de sacar a concurso las obras de reconstrucción y determinar cual era la mejor opción. La celeridad con la que se llevó a cabo todo el proceso es una muestra de la importancia del mismo para el nuevo ejecutivo.

El cambio de nombre por el de Puente de la Victoria se decidió en sesión del 5 de agosto de 1937, menos de dos meses después de la entrada de las tropas franquistas en la villa. El nombre recordaba la victoria de los franquistas y la “liberación” de Bilbao por parte de los sublevados, enmarcándose dentro de la estrategia de propaganda llevada a cabo por el nuevo ayuntamiento bilbaíno.

La reconstrucción del puente de la Victoria fue adjudicada a la empresa “Rufino Martinicorena S.A.” y se realizó en un año, siendo inaugurado el 19 de junio de 1938, justo un año después de la entrada de las tropas franquistas en Bilbao. La elección de una fecha simbólica no es casual. Formaba parte de la estrategia de vincular el hecho positivo (la reconstrucción) con la “liberación” de Bilbao por parte de Franco. Tuvo un coste final de 1.627.335 pesetas, convirtiéndose en el más caro de los puentes reconstruidos por la dictadura franquista.

De estilo racionalista, fue proyectado por los ingenieros de caminos, canales y puertos José Entrecanales Ibarra y René Petit de Ory. Debido a la reducida amplitud de la calle Navarra, que impedía la continuidad de cualquier ensanchamiento, mantuvo la misma sección transversal con una anchura entre barandillas de 19,83 metros repartidos actualmente en una calzada, el paso del tranvía y dos aceras asimétricas. Sobre la misma traza y emplazamiento de las dos pilas del anterior destruido se construyó el nuevo de hormigón armado con el tablero levemente inclinado, más alto en el Ensanche, apoyado sobre rótulas metálicas en pilas y estribos. Tenía también elementos ornamentales como como peanas y unos mástiles en sus extremos. El nombre Puente de la Victoria se mantuvo hasta la llegada de la democracia. Fue en el año 1980, con Jon Castañares como alcalde de Bilbao, cuando pasó a llamarse con la nomenclatura actual de Puente del Arenal.


Antón Pérez