El Regionalismo fue una corriente arquitectónica surgida en España a principios del siglo XX, dentro de una tendencia más amplia definida como Arquitectura Nacional, que propugnaba una búsqueda y resurrección de los estilos históricos españoles así como la recuperación y reutilización de las arquitecturas vernáculas. En el caso del denominado Regionalismo Montañés las referencias se centraron en los grandes palacios montañeses de los siglos XVII y XVIII con introducción de elementos pertenecientes a la arquitectura popular o rural. Torreones, amplios aleros horizontales, pináculos, balconadas de madera o portalones eran algunos de sus elementos constructivos más reconocibles.

En Bilbao, el máximo responsable y referente en la introducción de esta nueva tendencia fue el arquitecto de origen cántabro Leonardo Rucabado, que participó activamente en el desarrollo urbano de la ciudad en los primeros años del siglo XX, de manera especial en la zona de Indautxu donde trabajó para la familia Allende. Los proyectos de Rucabado se adecuaban al tipo de residencias que buscaban destacar su presencia urbana mediante un lenguaje arquitectónico ampuloso y grandilocuente, que recogía la grandeza de la arquitectura barroca y la de los palacios de nobles e indianos, adaptada a las nuevas necesidades. Un claro ejemplo fue el Chalet Allende, proyectado por Rucabado en 1910, prácticamente la única muestra que queda en pie de la gran  cantidad de construcciones similares de la época.

Tras la prematura muerte del arquitecto cántabro en 1918 otros arquitectos locales introdujeron el Regionalismo Montañés en algunos de sus proyectos, en tipologías residenciales como las Casas de Ramón de la Sota en la Gran Vía (1919) de Manuel María de Smith, o en equipamientos docentes como las Escuelas de Ollerías (1922) de Pedro Ispizua


Francisco J. García de la Torre y Bernardo I. García de la Torre