Hospital fundado a comienzos del siglo XX por la Diputación de Bizkaia para el tratamiento de los niños afectos de tuberculosisósteo-articular. Tras sufrir diferentes vicisitudes, continúa funcionando en 2014 dentro de la red hospitalaria del Servicio Vasco de Salud-Osakidetza.

Durante los años del tránsito del siglo XIX al XX, la tuberculosis hacía estragos entre la población de Bilbao de todas las edades, siendo la primera causa de mortalidad entre los jóvenes y los niños mayores de cinco años. Las formas crónicas de esta enfermedad que afectaban a las articulaciones y a los huesos, las llamadas “tuberculosisósteo-articular”, eran muy frecuentes entre los niños, a los que causaba graves deformidades e invalidez, cuando no la muerte. No se conocían tratamientos curativos y los únicos remedios posibles eran los destinados a fortalecer al organismo para que éste fuera capaz de vencer a la enfermedad.

Ante aquel panorama, los médicos bilbaínos proponían seguir los pasos dados por otras ciudades europeas en su lucha contra esta enfermedad; uno de cuyos puntales era la creación de un centro específico para el tratamiento de los niños que sufrían tuberculosisósteo-articular. Uno de ellos, Luis Larrinaga Maurolagoitia, presentó una extensa memoria dirigida a la Diputación, en la que se recogía con detalles las características que debería reunir. Siguiendo el modelo imperante en Europa, debería estar situado a la orilla del mar.

En el año 1909, la Diputación asumió esta propuesta. Envió a recorrer los mejores sanatorios europeos a los tres médicos que más la habían trabajado: Felipe Llano, que era también diputado; Enrique Areilza; y Luis Larrinaga. La Corporación reunió el dinero suficiente para iniciar la obra y obtuvo el compromiso de los ayuntamientos vizcaínos para sufragar los costes que originaría la hospitalización de sus niños pobres.

Estos tres galenos recomendaron la playa de Gorliz como sede del sanatorio y asesoraron al arquitecto provincial, Mario Camiña, en la elaboración del proyecto. La construcción sufrió numerosos contratiempos y retrasos, hasta que la decidida intervención del diputado Mariano de la Torre venció todos los obstáculos y logró que las obras finalizaran y el sanatorio entrase en funcionamiento. La inauguración se celebró el 29 de junio de 1919.

El coste de la construcción fue de cerca de tres millones y medio de pesetas, y se superaron los cuatro millones al añadir los gastos de mobiliario y dotación médica. El director médico fue Luis Larrinaga y su ayudante Luis Goiri, a la sazón médico de Gorliz. Una comunidad de Hijas de la Caridad completaba el personal sanitario y atendía los rayos X y el laboratorio.El Sr.Unda, administrador, una Junta de Damas del Patronato con amplios poderes ejecutivos y la Comisión del Sanatorio formada en la Diputación de Bizkaia, constituían los órganos de administración y gobierno.

Solamente podían ingresar los niños mayores de cuatro años que no tuvieran tuberculosis pulmonar. Además de los enfermos de tuberculosis, también eran admitidos los que sufrían raquitismo o lesiones invalidantes del aparato locomotor. Las estancias eran muy prolongadas y superaban el año de hospitalización en la mayor parte de los ingresados. La mitad de los niños ingresados provenía de Bilbao y la otra mitad del resto del Señorío. No eran admitidos los niños cuya familia no llevara empadronada en Vizcaya más de cinco años. Los niños llegaban en pésimas condiciones de alimentación e higiene, eran ingresados durante una semana en el pabellón del “lazareto”, donde eran examinados por el médico para descartar tuberculosis pulmonar y otras enfermedades contagiosas, aseados a conciencia, y alimentados adecuadamente. Los tratamientos que recibían se limitaban a una buena alimentación, helioterapia programada, baños de mar (muy breves y limitados a la orilla), y sesiones de gimnasia.

Los gastos anuales se estabilizaron alrededor del medio millón de pesetas hasta 1936, siendo el capítulo de alimentación el más importante.

En 1930 se incorporaron tres médicos más a la plantilla: Tomás Corral, jefe del laboratorio de análisis clínicos, y los ayudantes Enrique Ornilla Benito y Rufino Legorburu Bilbao.

A finales de mayo de 1937, por el miedo a la guerra, los niños, el personal y todo el instrumental transportable, fueron evacuados al balneario de Saint Cristau, en el valle de Aspe (Bearn, Francia).

Tras la entrada de las tropas franquistas, fueron depurados Larrinaga y Goiri, quedando Ornilla como director provisional. La extrema carencia de medios vivida durante los años de posguerra obligó a disminuir el número de camas y a rebajar la calidad y cantidad de alimentos proporcionados a los niños. Hasta 1954 no se consiguió alcanzar niveles de calidad comparables a los de 1935; pero ya en aquellos años había sido descubierto un tratamiento medicamentoso eficaz contra la tuberculosis y las instalaciones del Sanatorio fueron orientadas al tratamiento de niños con secuelas de poliomielitis o parálisis infantil (ver tabla 2).

En los años ochenta del siglo XX el número de niños ingresado había descendido notablemente y, cuando la Diputación traspasó todas sus instalaciones sanitarias al Servicio Vasco de Salud – Osakidetza, cambió de nombre y de finalidad, convirtiéndose en un hospital para enfermos crónicos. El “Instituto de Cirugía Ortopédica y de Rehabilitación”, nombre que había adquirido pocos años antes, pasó a nominarse “Hospital de Gorliz”.

Juan Gondra Rezola