Complejo hospitalario para enfermos tuberculosos, iniciado en el año 1930 con la construcción de la “Enfermería Victoria Eugenia”, llamada “Briñas” a partir de 1931; a la que se sumaron el sanatorio para niños “Víctor Tapia” y el pabellón Franco, único que persiste en la actualidad, si bien destinado a pacientes crónicos.

La necesidad de un hospital destinado a tuberculosos en Bilbao era evidente desde finales del siglo XIX, y así lo habían demandado médicos, higienistas y prensa. Pero a raíz de la creación del dispensario Ledo, parece que esta demanda se había enfriado, aunque la necesidad no solo continuaba, sino que iba in crescendo. La sala para enfermos tuberculosos del Hospital de Basurto estaba sobresaturada y era penosa la situación de los tuberculosos que no siendo pobres atendidos por la beneficencia en aquel hospital, tampoco contaban con recursos económicos para seguir el régimen de reposo y sobrealimentación recomendado por los médicos o pagar el internamiento en un sanatorio.

Pero parecía que Bilbao hubiera agotado su capacidad de generar recursos económicos apelando a la solidaridad de la población y las Administraciones Públicas tampoco parecían dispuestas a aportarlos. Tras varios intentos fallidos, hubo que esperar hasta el año 1927 para que gracias a la generosidad del filántropo bilbaíno Luis Briñas Mac-Mahon pudiera ser construida la enfermería Victoria Eugenia, inaugurada en 1930, después de que su construcción sufriera notables dificultades. Su dirección fue encomendada al joven médico Ramón Zumarraga, quien continuó desempeñándolas hasta su jubilación.  

Sus cien camas fueron pronto desbordadas, lo que obligó a ampliarla durante los difíciles años de la guerra y la posguerra. En 1938 se inició la ampliación de Briñas, que duplicó su capacidad; entre 1941 y 1942 se construyó el edificio que llevó el nombre del industrial y financiero bilbaíno Víctor Tapia, quien había donado el dinero necesario para su construcción. Estaba destinado a los niños con tuberculosis pulmonar que no eran admitidos en el Sanatorio Marino de Gorliz. Poco después se construía el pabellón “Franco”, inaugurado en 1944, que quedó destinado a pacientes varones, quedando a partir de entonces Briñas para la hospitalización femenina.

A partir de 1944, el complejo hospitalario “Santa Marina” disponía de 650 camas y un cuadro médico que incluía médicos becarios. Varios de los mejores especialistas en neumología bilbaínos iniciaron su formación como tales. Tanto el número de camas como el de personal sanitario tuvieron que ser incrementados ante la demanda desbordante de nuevos ingresos. Durante los años 50 se llegó a disponer de 850 camas.

Justo cuando el descubrimiento de la estreptomicina, primero, y el tratamiento trivalente con Pas e hidracida del ácido isonicotínico, después, permitió curar esta enfermedad. El Hospital de Santa Marina extendió entonces su actividad a todas las enfermedades cardio-respiratorias, llegando a realizar meritorias intervenciones quirúrgicas intratorácicas e intervenciones quirúrgicas con circulación extracorpórea, en el año 1962.

Tras unos años de decadencia, los edificios “Briñas” y “Víctor Tapia” fueron demolidos, quedando el pabellón Franco que fue transferido a Osakidetza en el año 1980. En la actualidad el Hospital Santa Marina, presta servicios sanitarios tanto al paciente crónico en su proceso de reagudización, como de rehabilitación y cuidados paliativos.

Juan Gondra Rezola