Situación.- F2. Empieza.- Carretera Artxanda – Santo Domingo. Termina.- Límite con Sondika.
El nombre corresponde a una antigua ermita existente en aquel lugar dedicada a San Roque. Existe otra ermita en el camino de Oquendo, edificada por orden del Gobierno de la república de Abando el 14 de Noviembre de 1575.
Sus orígenes parecen responder a que azotaba por entonces en Vizcaya una grave epidemia de cólera que, al parecer, causó estragos en la pequeña república de Abando. Su Ayuntamiento, alarmado, hizo voto solemne a la iglesia de San Vicente Mártir de Abando, de erigir una ermita en Pagasarri bajo la advocación de San Roque, patrono de los apestados y trasladarse en procesión todos los años a dicho lugar si la epidemia cesaba. Cuentan las crónicas que el Santo estuvo diligente y que el mal se redujo rápidamente hasta desaparecer.
La ermita de San Roque de Abando se conocía también como San Roque el francés, pues era albergue de los peregrinos franceses que pasaban por este atajo, camino de Santiago de Compostela. En 1588 entre los gastos de la Corporación, figuraba un capítulo de diez mil maravedíes “para la costa que se hiciese el día del señor San Roque a su ermita por voto hecho por la villa”.
Cuentan que dado el largo recorrido entre Bilbao y la ermita, y teniendo en cuenta el calor propio de la fecha de la festividad, debió generalizarse entre las mujeres que tomaban parte en las procesiones, el hecho cómodo de no preocuparse de llevar velo y penetrar descubiertas en el templo. Esto trascendió a las autoridades eclesiásticas de Logroño produciéndoles, según consta por escrito, gran desafecto por tan irreverente modo de comportarse. Ante este hecho, el Sínodo Diocesano celebrado en Logroño en 1620 dictó un decreto cuya parte dispositiva decía así: Ordeno y dispongo, como ley que obligue, que el Señorío de Vizcaya no se acoja favorablemente a ninguna mujer casada o doncella que estuviere en la iglesia con la cabeza descubierta, sino que use en ella mantón o mantilla. El Ayuntamiento de Abando se dio por enterado y tomó buena nota de ello para hacer cumplir el decreto.
El monte fue enajenado a la villa en 1810.
Javier González Oliver