Edificio de oficinas situado en la confluencia entre las calles Gran Vía y Máximo Aguirre, según proyecto del arquitecto Álvaro Líbano, quien contó con la colaboración de J. L. Sanz Magallón, construido en 1965.

El arquitecto dio forma a las pretensiones de los promotores y sus socios ingleses y americanos que requerían un edificio representativo, construido con los materiales más modernos y avanzados del momento.

En su propuesta, a pesar de estar alejada de clasicismos y monumentalismos, matiza claramente la composición de las distintas fachadas según su ubicación. Y en el chaflán de esquina recoge los criterios compositivos de las dos fachadas laterales, siendo más sobria y comedida la posterior hacia el Parque de Doña Casilda.

Los ventanales metálicos, que llevan incorporado el antepecho y el dintel, se fabricaron en Bélgica, y se utilizó, como novedoso material constructivo, el acero inoxidable en los soportes de la planta baja. El proyecto incluía unas esculturas de Oteiza que no llegaron a ejecutarse.

 


Francisco J. García de la Torre y Bernardo I. García de la Torre