Institución musical de ámbito privado, dedicada a la promoción de recitales clásicos. Fue fundada en 1896 por un grupo de melómanos burgueses, bajo la presidencia de Emiliano de Arriaga. Desde mediados de la década anterior, algunos de sus impulsores (Juan Carlos de Gortázar, Lope Alaña o Javier Arisqueta) organizaban sesiones íntimas de música de cámara en “El Cuartito”, un espacio escindido de la sociedad lúdico-cultural El Escritorio (más conocida como Kurding Club). Anteriormente, el maestro Nicolás Ledesma había presidido otra efímera “Sociedad Filarmónica” (1852-1856) con una orquesta de cincuenta miembros. En realidad, la costumbre de celebrar veladas musicales en salones particulares de la buena sociedad debió de contar con cierto arraigo en la Villa al menos desde comienzos del s. XIX.

Sus primeros recitales tuvieron lugar en el Instituto Vizcaíno y pronto se caracterizaron por la colaboración de virtuosos de la talla de Francis Planté, Eugène Ysaÿe, Mathieu Crickboom, Enrique Granados, Pablo Casals o Jacques Thibaud. En 1904 la Sociedad inauguró su propia sede, diseñada por el arquitecto Fidel Iturria. Estas dependencias acogieron las primeras exposiciones de la Asociación de Artistas Vascos (1912-13) y conservan un singular fondo pictórico. En su sala han actuado muchos de los más grandes intérpretes internacionales de su tiempo. Su acústica, muy celebrada, también ha sido aprovechada ocasionalmente para realizar registros sonoros, como la primera grabación de Iberia, de Albéniz, a cargo de Alicia de Larrocha (1958).

Dejando aparte el caso particular de la Sociedad de Bellas Artes donostiarra (1895), la de Bilbao fue la primera de una serie de entidades de corte similar surgidas en diversas ciudades españoles (Madrid, Pamplona, Oviedo, Zaragoza, etc.), que llegaron a coaligarse en una “Unión de Sociedades Filarmónicas” entre 1907 y 1923-1925.

La Filarmónica estuvo vinculada a la creación de la Academia Vizcaína de Música (1902), embrión del futuro Conservatorio, y alentó el nacimiento de la Orquesta Sinfónica de Bilbao (1922), cediéndole su sede en numerosas ocasiones. También fue testigo de las primeras actuaciones públicas de los compositores Jesús Guridi (1901) y Andrés Isasi (1908), así como del pianista Joaquín Achúcarro (1946). En la actualidad, cerca de un millar de socios sustentan su programación.

Mario Lerena