El Bilbao fundacional se encontraba en una zona en la que las aguas provenientes de los montes vecinos, Artxanda y Avril, eran de escaso caudal en invierno y claramente insuficientes durante el estiaje. Las aguas provenientes de esta fachada nor-nordeste alimentaron durante siglos las fuentes de Ascao y de Iturribide, mientras que el arrabal de Bilbao la Vieja aprovechaba las aguas del sur mediante la fuente de “La Gabarra”.

Pero estas fuentes no tenían caudal para asegurar el suministro y la Villa tuvo que recurrir desde muy antiguo a la traída de las aguas desde el río Nervión-Ibaizabal. La primera concesión para el aprovechamiento de dicha agua le fue otorgada en Lerma el 24 de febrero de 1345 por Mª Díaz de Haro y Juan Núñez, su consorte. Bilbao recibía así: el rodal de Basondo para que ayan el hagua para ellos que sale del estobde de las dichas ruedas.

La conducción de las aguas desde este lugar dio lugar al Paseo de los Caños, llamado así precisamente por alojar los “caños”, acueducto de mampostería de 0,56 metros de ancho por metro y medio de alto que llevaba el agua desde el Pontón (donde se encuentra en el año 2014 la ikastola Abusu) hasta un depósito de agua construido a cuatro metros sobre el nivel medio de las calles de la Villa que proporcionaba a ésta agua a baja presión: el alberque o alberca mayor de la Villa, que estaba ubicado en Ibeni, enfrente de la iglesia de San Antón, en el solar que ocupó después el edificio del Monte de Piedad.

El agua llegaba por un caño de piedras perforadas desde el Pontón hasta la alberca y de aquí un caño de plomo que iba a las seis fuentes, Santos Juanes, Plaza Mayor, Portal de Zamudio, Carnicería, Matadero y Plaza de San Miguel, frente al portal de Barrencalle. Otros dos caños llegaban a cinco depósitos situados entre las casas de las siete calles, en la parte más alta de las cárcavas a las que arrojaban los vecinos las inmundicias y desperdicios, que eran barridos por el agua y llevados hasta la Ría. En cada cantón existía una compuerta que permitía elevar el nivel del agua del caño principal por encima del nivel de las calles, inundándolas. Esto se utilizaba tanto para la limpieza como para los casos de incendio y llamaba mucho la atención de los visitantes. La red se completó mediante otras albercas menores.

Este sistema continuó prestando servicio con leves correcciones hasta que el Bilbao “ilustrado” del siglo XVIII exigió mejorarlo.

En 1759 se inició la construcción de un sistema nuevo que llevara no agua del río, sino agua de manantial, desde Ollargan, Abusu y La Peña. Tras muchos contratiempos, fue finalizada la obra que llevaba el agua por medio de tuberías de madera, siguiendo un curso paralelo al de los caños, hasta dos fuentes diseñadas por Luis Paret, instaladas en la “Plaza Vieja” y en Santiago. Proporcionaban 104.000 litros diarios y tenían un flujo de 100 litros por minuto. Los manantiales que nacían en la Villa, Urazurrutia, Iturburu, Esperanza y Sendeja, proporcionaban 63.000 litros cada 24 horas y la conducción de agua del río a la alberca 15.000.000.

Las dos fuentes de Paret siguieron trayectorias distintas pues la de Santiago permaneció en su sitio, intacta, y la de la plaza vieja sufrió importantes daños con motivo de la inundación del 20 de mayo de 1801. Fue reconstruida y a finales del siglo XIX trasladada a la plaza de los Santos Juanes, junto al Hospital de Atxuri.

Este abastecimiento sufrió daños durante las guerras del primer tercio del siglo XIX, pero continuó prestando servicio hasta las reformas impuestas por la industrialización de Bilbao. 

Juan Gondra Rezola