Tras la entrada de las tropas franquistas en Bilbao, el nuevo gobierno impulsó una serie de políticas de la memoria con el objetivo de crear un relato único e inequívoco de la guerra civil, en el que quedase claro quienes eran los vencedores y quienes los vencidos. 

Una de esas políticas fue la creación de “espacios de la memoria” en los que se recordaba a los caídos del bando franquista. Uno de los monumentos más habituales en toda la geografía española era la Cruz de los Caídos. En el caso bilbaíno no fue proyectada hasta 1949, cuando el Gobernador Civil y Jefe Provincial de Falange Genaro Riestra Díaz impulsó su construcción debido a la falta de un monumento a los caídos en la villa, que había durado demasiado.

De esta manera, diez años después del final del conflicto, se proyectó y construyó la Cruz de los Caídos de Bilbao. En junio de 1949 el arquitecto Luis Gana ganó el proyecto del concurso publicado en el Boletín Oficial de la Provincia de Vizcaya, y un año después el monumento fue inaugurado por todo lo alto. 

Se situó en una zona céntrica de Bilbao, el Parque de Doña Casilda, y con su construcción se palió la falta de un monumento a los caídos en el casco urbano de la ciudad, ya que en el caso del Mausoleo de los Mártires este se encontraba en el cementerio de Vista Alegre, en Derio. Tuvo un coste de algo más de medio millón de pesetas. El ayuntamiento tuvo que abonar una tercera parte, es decir, 172.779 pesetas.

El monumento lo componía un estanque en cuyo centro estaba una cruz en homenaje a los caídos con una corona metálica de laurel en el pie. El estanque se cerraba en uno de sus extremos por un frontis que incluía el grabado “Caídos por Dios y por España ¡¡Presentes!!”, además de los emblemas de Falange y Requeté. Hay dos medio-relieves en piedra protagonizados por figuras clásicas del escultor Enrique Barros. En uno de ellos dos hombres trasladan a un soldado herido, mientras una mujer ilumina la escena con una lámpara de aceite. En el otro se representa la coronación de Aquiles. Los relieves siguen estando en el Parque de Doña Casilda en la actualidad.

La inauguración del monumento contó con la presencia del propio Francisco Franco, que colocó un pergamino metido en un cofre en un lugar preparado para ello al pie del monumento, en el que aparecían los nombres de los caídos y una dedicatoria a los mismos. 

Aritz Onaindia