El edificio (inaugurado como Hotel Sheraton en 2003) se ubica junto a la ría, en la Avenida L. Leizaola 29, próximo a los muelles de los antiguos Astilleros Euskalduna. Es un volumen exento que la normativa definía como un bloque compacto, siguiendo la tipología de las manzanas del Ensanche bilbaíno.

El arquitecto mexicano Ricardo Legorreta, inspirándose en la obra del escultor vasco Eduardo Chillida, trabajó vaciando y horadando lo que imaginaba un gran bloque de piedra, buscando introducir la luz en su interior. Y así se generó el gran atrio de treinta metros de altura, auténtico corazón del hotel en torno al cual se distribuyen más de doscientas habitaciones. El estudio de arquitectos Legorreta+Legorreta contó en este proyecto con la colaboración de los estudios TDM y Aurtenechea & Pérez-Iriondo.

En el atrio se percibe la arquitectura de Legorreta, la herencia de los patios mexicanos, los muros rotundos, las vistas veladas que hacen diferente cada uno de los recorridos. La luz, que durante el día llega del gran ventanal abierto al Sur sobre el parque, se atempera con el hueco de la piscina en la fachada opuesta, abierto para mirar a los montes que rodean la ciudad.

La planta baja acoge el vestíbulo, el bar y el restaurante. Los salones ocupan parcialmente el sótano y la primera planta. Las habitaciones, de las que hay casi treinta tipos diferentes, ocupan las plantas superiores.

Los materiales se han elegido con detalle: desde el mármol travertino rojo hasta el estuco a la cal realizado por artesanos sevillanos en las fachadas, o los raseos texturados del interior.

El color, siempre presente en las obras de los arquitectos mexicanos, se trata en este caso con referencias norteñas: el rojo del hierro y el óxido se convierte en protagonista, adopta la luz del naranja y se completa con el vivo rosa mexicano.

Francisco J. García de la Torre y Bernardo I. García de la Torre