Primer proyecto del siglo XX que propone una consideración metropolitana de Bilbao, extendiendo las fronteras históricas de la Villa al área de influencia determinada por la Ría del Nervión. Presentado el 17 de noviembre de 1923 por el arquitecto municipal Ricardo Bastida, a instancias de la Diputación de Vizcaya, es un documento escrito acompañado por un plano territorial a escala 1:10.000, titulado “Enlaces de Bilbao con los pueblos colindantes. Comunicaciones entre las dos márgenes de la Ría. Zonas diversas de urbanización”.

Sobre la base de los planos comarcales que a principios de siglo manejan ingenieros como Evaristo Churruca, desde la Junta de Obras del Puerto o en las Compañías Ferroviarias, el Plan esboza un entramado de comunicaciones que incluye no sólo las vías interiores en Bilbao sino también un esqueleto circulatorio por las dos márgenes del Nervión. Desde el Casco Histórico hasta los municipios de la costa, dibuja carreteras de circulación rodada –cuando el automóvil todavía no era un medio de transporte común-, vías de ferrocarril, varios puentes y zonas funcionales, bien residenciales, portuarias, industriales o de esparcimiento. El monte Artxanda se convierte en parque de la Villa y en su base es perforado por el “Túnel del Olimpo”, se propone una pasarela de peatones frente a la Salve, otro puente más allá de los diques secos y otros dos en Zorrotza y Barakaldo.

Bastida se encarga de conjugar los diferentes proyectos existentes a principios de siglo XX en un “Plan completo de urbanización, del que formen parte todos los proyectos parciales cuya necesidad se ha ido sintiendo”. Propone aplicar la disciplina del Regional Planning para un nuevo Gran Bilbao que debe apoyarse en una actualización de sus comunicaciones ferroviarias y rodadas, porque sólo de esta manera intereses portuarios e industriales, nuevas y grandes extensiones residenciales y zonas de esparcimiento público pueden llegar a un equilibrio. A pesar de que sólo determina el destino de los futuros suelos urbanos en las zonas de Deusto, Begoña y Asúa, de alguna manera los espacios entre Barakaldo, Santurce, Erandio y Algorta pasan a formar parte de una unidad metropolitana.

La evidente compenetración necesaria entre Puerto, compañías de transporte y ayuntamientos contrasta con la cantidad de municipios entre los que se reparten tantos intereses, abriendo un debate sobre la superación de los límites administrativos y si lo que más convenía era la fórmula de la ‘anexión’ o la ‘mancomunidad’, entendiendo unos que la solución a las nuevas necesidades de la urbe podían solventarse cambiando los límites municipales y creyendo otros la necesidad de definir una política sobre el territorio a una escala superior. 

Asier Santas