Los sucesos anticlericales de octubre de 1903 son conocidos popularmente como “el día que se tiraron los santos a la ría”. La trifulca que el 11 de octubre protagonizaron clericales y peregrinos por una parte y anticlericales (republicanos y socialistas) por otra, ha quedado impregnada en la memoria colectiva bilbaína. De hecho, el escritor Vicente Blasco Ibáñez, testigo presencial de los hechos, le dedicó una novela, El Intruso.

A lo largo del verano y otoño de 1903 se suceden las peregrinaciones de todas las anteiglesias de Bizkaia al santuario de la Virgen de Begoña, con ocasión de la proclamación de la misma como Patrona de Bizkaia. Numerosos y grandes grupos de católicos venidos de toda la provincia ocupan las calles de la Villa, algo que los anticlericales bilbaínos no ven con buenos ojos. El socialista Tomás Meabe, a la sazón director de La Lucha de Clases, cargará contra lo que considera la hipocresía de la Iglesia católica al apoyar a la burguesía y no a los obreros. Por su parte los republicanos consideran inadmisibles  las manifestaciones por entender que atentan contra la libertad de culto.

La indignación de los anticlericales ante “esas manifestaciones constantes y los gritos en las calles”, les lleva a la celebración de un mitin el 4 de octubre de 1903. En el mismo participan los republicanos, pero también numerosos socialistas entre los que se encuentra Felipe Carretero, que hará de orador, lo que genera no pocos recelos dentro del partido.

Tras el mitin se producen una serie de altercados entre los anticlericales y los peregrinos que vienen de homenajear a la Virgen de Begoña. En el puente de El Arenal ambos grupos chocan, pero no se producen víctimas.

El día en que se consagra a la Virgen de Begoña, el 11 de octubre, suceden los incidentes más violentos entre clericales y anticlericales. Ese día la ciudad de Bilbao se encuentra engalanada para la consagración, algo que los anticlericales consideran una provocación “contra los sentimientos liberales de esta villa invicta”. Por ello convocan un mitin anticlerical ese mismo día, que a pesar de algunas dudas iniciales, el gobierno civil decide autorizar.

 Al terminar la consagración de la Virgen, los peregrinos bajan a la zona del Arenal, donde se encuentran con los grupos de anticlericales. El ambiente está caldeado y se producen incidentes  como “la lucha a tiros entre un sacerdote y un obrero”. Se producen así los enfrentamientos, que empiezan con el apedreamiento a algunas colgaduras, y acaba provocando un efecto contagio que se propaga por toda la Villa. Los ataques más virulentos se produjeron contra la Iglesia del Sagrado Corazón y contra Residencia de los Jesuitas y la Universidad de Deusto. Además, en el Casco Viejo grupos anticlericales descolgaron las imágenes religiosas que decoraban las fachadas de algunos edificios y las tiraron a la ría. La jornada se saldó con un fallecido, el jardinero de la Universidad de Deusto, Marcos Marañón y numerosos heridos y detenidos.


Sara Hidalgo García