Pedro Francisco Abendaño Lezama fue un jauntxo de la Merindad de Arratia, ferrón, y con fuertes vínculos con la villa de Bilbao.

Abendaño Lezama nació en Igorre, en Arratia, en el año 1727. Fue hijo de Pedro Antonio de Abendaño Uberichaga y de Agustina Lezama Larragoiti. Su padre un jauntxo de Igorre, dueño de la ferrería de Uberichaga, luego heredada por él, intervino en la política local. Pedro Francisco se casó con María Antonia de Leura e Izurza, natural de Zeberio, con la que tuvo tres hijos.

Su actividad política no sólo se circunscribió a Igorre, localidad en la que desempeñó varios cargos municipales, también ocupó cargos como representante de la Merindad de Arratia. Su tendencia política estuvo marcada tanto por su carácter de jauntxo local como por sus intereses mercantiles gestados durante su estancia en Bilbao. En esos años estrechó lazos con la burguesía mercantil de la villa, especialmente con la familia Urquijo. Una amistad que explica por qué durante el conflicto de la Zamacolada, Pedro Francisco, se declaró en contra de los partidarios de Zamácola.

Su actividad política se destaca por su activa participación como apoderado a Juntas Generales en representación de anteiglesias de las merindades de Durango y Arratia(1770 a 1796). También fue importante su papel en comisiones como la dedicada al estudio de la importación de hierro extranjero (1774), la construcción de un puerto en la ría de Mundaka (1792), mediación en los conflictos entre el Señorío y la villa de Bilbao (1794) o la negociación de un tratado entre Bizkaia y la República francesa.

A nivel provincial, Abendaño fue Regidor por el bando gamboíno (1752-1754) y Diputado General por el bando oñacino en 1772 y en 1800. En el primer bienio tuvo como acompañantes a Manuel de Hormaza y Gómez, José Joaquín de Echezarreta y Juan Bautista de Álvarez. En 1800 fueron elegidos junto a él José Agustín Ibáñez de la Rentería y Miguel de Mascarúa. Su actividad como Diputado se destacó por una óptima gestión económica. A partir de 1802 se constatan frecuentes conflictos con la Diputación.

Ana Prado