Simón Bernardo de Zamácola y Ocerin nació en la casa solariega de Zamácola, casa mayorazga con ferrerías, molinos y pastos, en el barrio de Indusi de Dima, el veinte de agosto de 1759.

De sus nueve hermanos el más conocido fue Juan Antonio, autor de Historia de las Naciones Bascas de una y otra parte del Pirineo Septentrional, publicada desde su exilio por “afrancesado” en Auch (Francia) en 1818. Simón Bernardo de Zamácola estuvo casado con María Díaz de Basurto, con quien no tuvo hijos.

Realizó estudios de escribano aunque es posible que no llegara a ejercer como tal. Su participación en las Juntas Generales fue cada vez más destacada así como en el resto de la vida política de Bizkaia. Al comenzar la Guerra de la Convención se le comisionó junto a los dos Síndicos y el Consultor para organizar las fuerzas armadas bizkainas. También fue nombrado capitán de las tropas de la Merindad de Arratia. También se le encargó la elaboración de un plan para afrontar los gastos de la guerra, entre otras cuestiones.

Tras la guerra su influencia fue cada vez mayor, llegando a acudir a las Juntas Generales celebradas en Gernika con poderes de cada vez más numerosas anteiglesias de su Merindad (Arratia), así como de las de Durango, Markina y Zornotza y algunas villas.

En 1800 su localidad de Dima aprobó unas nuevas ordenanzas conforme a un proyecto desarrollado por él mismo, con el que parece que pretendía iniciar la reforma de las instituciones locales bizkainas aumentando sus competencias especialmente en el ámbito judicial. En 1801 fue nombrado Alcalde del Fuero de las Merindades de Arratia y Bedia.

Para este momento Zamácola ya era considerado como el principal líder político del Señorio en la pugna que mantenía con Bilbao, localidad infrarrepresentada en sus instituciones generales tanto en consideración a su población, más del 10 %, como a su pujanza económica, aún mayor, contando con la misma representación que la localidad bizkaina más pequeña.

Zamácola presentó en las Juntas Generales de julio de 1802 un proyecto para habilitar un puerto comercial alternativo a Bilbao, en la orilla de enfrente de la ría, entonces anteiglesia de Abando (actual Bilbao), que estuviera bajo el control de las autoridades del Señorío. En la pugna entre Bilbao y el resto del Señorío para llevar o no adelante este proyecto se acudió por ambas partes a la autoridad señorial, el rey de España, su valido, Godoy, y su Gobierno. “Arbitraje” que fue aprovechado por parte de la corona para potenciar su poder en detrimento del bizkaino.

En las Juntas Generales celebradas en Gernika en julio de 1804 Zamácola presentó un plan de reforma militar que fue aprobado pero que, tras regresar los apoderados a sus respectivas localidades, fue considerado en la mayoría de ellas que vulneraba el ordenamiento foral de Bizkaia, anulando su organización militar tradicional por la que los bizkainos solo combatían defendiendo su propio territorio y sin integrarse en el ejército real.

El descontento popular fue tal que Zamácola, que se encontraba en Abando, huyó escoltado por los miqueletes hasta Dima y desde allí marchó hasta Navarra, quedando bajo la protección de su virrey. Otros partidarios de Zamácola huyeron como pudieron, pero no consiguieron escapar los miembros naturales de la Diputación, los dos diputados generales y el corregidor, que resultaron apresados. Se les exigió que se retractaran del plan militar y que convocaran unas nuevas Juntas Generales para anularlo definitivamente. Así se hizo, eligiéndose además una nueva Diputación.

La reacción de la corona ante lo que consideró una rebelión fue el envío de su ejército y la ocupación del territorio de Bizkaia, deteniendo a los que habían participado en ella y a sus nuevas autoridades, y aprovechando la situación para anular y modificar las instituciones forales. Zamácola regresó al Señorío tras el final del acontecimiento que acabaría siendo conocido como Zamacolada.

Al año siguiente, en 1805, Simón Bernardo de Zamácola volvió a acudir como comisionado a la Corte, quedando muy afectado al comprender las intenciones de la Corona de abolir el ordenamiento foral bizkaino en el proceso de centralizar y homogeneizar sus territorios. El 16 de enero de 1806, tras un fuerte disgusto sufrido en una entrevista con Godoy, sus familiares creyeron apreciar en él algunos síntomas de pérdida de la razón. Tras un altercado con el que había sido corregidor del Señorío, Luis Marcelino Pereyra, se le tuvo que internar en un convento de los Mercedarios Descalzos. Su enfermedad mental empeoró, llegando la Diputación de Bizkaia a costearle un viaje a París buscando su curación, sin resultado. Regresó a Dima, donde falleció el 23 de marzo de 1809.


Luis de gu