Adolfo González de Careaga perteneció a una de las familias más influyentes del Bilbao de la época. Su padre, Miguel González de Careaga Enoboner, de filiación monárquica, fue uno de los miembros del grupo fundacional de La Gaceta del Norte, órgano de opinión católico, que nació en 1901 bajo la inspiración de su cuñado, José María Urquijo Ibarra. La familia de su madre, Rafaela Urquijo Ibarra, lideró el proceso de modernización industrial de la ría de Bilbao desde la creación de Nuestra Señora del Carmen, germen de la futura Altos Hornos de Vizcaya (1901).
A. González de Careaga cursó la carrera de Derecho en la Universidad de Deusto (1913-1918) y ejerció la abogacía en Bilbao. En 1936 ocupó el cargo de Vicepresidente primero de la Real Academia de Derecho y Ciencias Sociales. Su filiación política monárquica hizo que fuera hecho prisionero durante la guerra civil, y finalmente, el 4 de enero de 1937, fusilado en el Convento de los Ángeles Custodios de Bilbao. El Ayuntamiento de Bilbao acordó erigir una placa conmemorativa en su honor y en el de Gregorio Balparda y Herrerías, también asesinado durante la guerra. La bilbaína plaza de Indautxu llevó entre 1937 y 1989 el nombre de Adolfo González de Careaga.
Adolfo González de Careaga fue nombrado alcalde de Bilbao el 26 de febrero de 1930, sustituyendo a Federico Moyúa Salazar. Durante los trece meses que estuvo al frente del consistorio, Bilbao afrontaba serios problemas, derivados tanto de su expansión territorial y urbana, como del crecimiento de su población y el desarrollo de sus funciones centrales. Las anexiones de Begoña y Deusto y sus correspondientes ensanches, la extensión del plan de Ensanche de la villa en la zona de Rekaldeberri y Torre Urizar, las obras de la traída de aguas de Ordunte, la ampliación de centros y personal docente, la reforma y modernización del servicio de limpieza municipal, la reorganización del servicio médico municipal y el proyecto del futuro Aeropuerto de Sondika, constituyeron las actuaciones prioritarias del consistorio municipal.
Por otra parte, lideró el movimiento de protesta contra la denominada “Ley de sargentos” o “Ley de destinos civiles”, impuesta durante la Dictadura de Primo de Rivera. Dicha ley, además de vulnerar los derechos establecidos por el régimen foral, suponía una supeditación excesiva de los municipios al Estado.
Llegados a estas fechas, el nuevo Bilbao constituía ya una realidad. El viejo, el de las Siete Calles, el del simbólico Tilo del Arenal, que mandó cortar, sin éxito, el Alcalde, de madrugada, para mejorar el tráfico rodado, quedaba ya para las clases modestas y el recuerdo. Entretanto, el nuevo se extendía desde la plaza de la Estación a lo largo de la Gran Vía, convertida en arteria principal de la ciudad, y nuevo centro bilbaíno en torno al cual se agrupaban los comercios, establecimientos financieros, cafés, teatros…que servían al vecindario burgués.
El 19 de febrero de 1931, ante la dimisión del gobierno de Berenguer, Adolfo González de Careaga también presentó su dimisión como alcalde de Bilbao. Poco después, llegarían las elecciones municipales, auténtico plebiscito sobre la monarquía. El Ayuntamiento elegido el 12 de abril evidenciaba una victoria nítida del bloque antimonárquico, siendo elegido Ernesto Ercoreca Régil como nuevo alcalde de Bilbao.
Susana Serrano Abad