El Conservatorio de Música J. C. Arriaga es un edificio de equipamiento para la formación musical inaugurado en 2007, que se sitúa en paralelo a la calle Mar Mediterráneo, como telón de fondo de la nueva plaza de Ibarrekolanda. Pretende actuar de dinamizador ambiental del barrio, para lo cual el proyecto se complementa con el tratamiento del espacio público del resto de la parcela.

El edificio, según proyecto de los arquitectos Roberto Ercilla y Miguel Ángel Campo, acompaña la pendiente del solar desde la calle Benidorm hasta la calle Pintores Arrúe, siendo su cubierta paralela al suelo de la plaza. Se plantea como una gran caja de cristal que alberga un conjunto de cuerpos visibles desde el exterior (salas, aulas, despachos...) entre los cuales circulan sus usuarios. 

La edificación propuesta establece una estrecha relación con la topografía del terreno, buscando la integración urbana y la consolidación de la zona. El asentamiento del edificio en el solar se produce a través de dos grietas que descienden hasta el sótano.

Su programa de centro educativo se desarrolla en esa planta de sótano y las cuatro plantas superiores. La distribución de los espacios docentes se realiza mediante una espina de pez con una circulación central intercalándose entre patios descubiertos, lo que proporciona una gran superficie de iluminación. El amplio programa incluye aulas, talleres, áreas de ensayo y un auditorio para 400 personas.

En la planta inferior se aloja el aparcamiento, con acceso desde la calle. En la planta -1 se ubican usos docentes, que reciben iluminación a través de las dos grietas longitudinales que separan el edificio de los espacios públicos. El acceso para alumnado y público está en planta baja. Las aulas reciben luz natural a través de los patios interiores.

Todos los locales se conciben como cajas estancas con excelentes condiciones termo-acústicas. Se minimizan así las pérdidas energéticas.

La fachada se diseña como un envoltorio acristalado (de zinc en sus laterales ciegos), superpuesto a esas piezas estancas, lo que permite una mejora del control térmico al actuar esta cámara como “colchón.”

Francisco J. García de la Torre y Bernardo I. García de la Torre