Encontramos albéitares (precedente del veterinario) y herradores en Bilbao desde las primeras relaciones de vecinos que se conservan, siendo el más antiguo Juan Martínez d’Enderica, albeitar, citado en 1449. No es extraño porque aunque Bilbao no era una localidad ganadera, si que debía contar con tráfico de animales domésticos, pues las bestias de carga eran utilizadas como único medio de tracción o transporte, y el caballo como medio de locomoción. Lo que hacía necesaria la presencia de herradores y sanadores de animales.

La corona Castellana creó en el año 1500 el Protoalbeiterato, lo que vino a poner cierto orden entre los distintos oficios de cuidador de bestias. A partir de entonces, para ser albéitar, era necesario haber trabajado en prácticas varios años y superar un examen teórico y otro práctico ante el tribunal del Protoalbeiterato.

Ya en el siglo XVIII nos encontramos con dos categorías: Herrador y Albéitar.En 1792 se creó en Madrid la primera Escuela de veterinaria, siguiendo el modelo francés.A pesar de que durante cincuenta años fue la única existente en España, sus alumnos, los veterinarios, fueron desplazando a los albéitares y ejercieron una fuerte presión en pro de una práctica profesional más científica.

En lo que se refiere a Bilbao, en el censo de Floridablanca, del año 1787, aparecen 4 albéitares y no se detalla el número de herradores. En el censo realizado en abril de 1834, que incluía las zonas de Begoña y Abando anexas al casco urbano, encontramos ya dos veterinarios, ocho albéitares y 19 herradores. Varios de ellos trabajaban juntos, bien por ser familiares o socios, bien por ser maestros y aprendices u oficiales. También trabajaban con ellos algunos herreros.

Este incremento de veterinarios y albéitares en menos de cincuenta años debemos atribuirlo a un aumento del comercio, y por tanto del número de bestias de carga o tracción. También pudo influir la situación de guerra civil, causa de movimientos de población y de una concentración en Bilbao de recursos civiles y militares, aunque en estas relaciones no se incluyen los profesionales al servicio del ejército. Consta en el censo que se encontraban ausentes, en “la facción”, uno de los albéitares y uno de los herradores.

A mediados del siglo XIX se impone la Veterinaria universitaria que comienza a trabajar al servicio de la Administración Municipal no sólo en el herraje de bestias de tiro, sino como “veedores de carne”, inspectores de sanidad alimentaria en lenguaje actual, que iban a formar el  Cuerpo de Veterinarios Municipales.

Juan Gondra Rezola