Hospital bilbaíno de vida efímera, construido como una ampliación del vecino Hospital de Atxuri, destinado a aliviar la sobrecarga de pacientes que sufría éste a finales del siglo XIX. Una vez construido el nuevo Hospital de Basurto, fue destinado a otras funciones: Escuela Normal de Maestras, Colegio Público y, por último, Ikastola.

Cuando se acercaba la última decena del siglo XIX, el viejo Hospital de Atxuri se encontraba desbordado por una afluencia de pacientes que nunca antes había conocido. Bilbao había cambiado mucho desde que se iniciara su construcción en el año 1818: su población había crecido vertiginosamente gracias a una emigración masiva. Las fuerzas políticas de nuevo cuño, sobre todo los republicanos y los socialistas, se encontraban representadas en la Diputación y el Ayuntamiento, exigiendo de las autoridades una respuesta a los graves problemas sanitarios que afligían a esta población emigrante.

Era evidente la necesidad de sustituir el caserón de Atxuri por un nuevo edificio más acorde con los tiempos, y así lo proclamaron los médicos e higienistas bilbaínos: 

• En el año 1878 el médico Félix Norzagaray, concejal presidente de la Comisión de Fomento, denuncia que el Hospital de Atxuri ha quedado rodeado de casas, en el centro de un barrio populoso e insalubre; propone la construcción de uno nuevo en otro lugar, cosa que es rechazada por la carencia de recursos económicos. 

• Cuatro años después es el Cirujano mayor del Hospital, José Gil y Fresno, quien presenta la idea de construirlo en el Ensanche (actuales calles Lertxundi-Barraincua) siguiendo el modelo del hospital parisiense de Larriboisiere.

• En 1884, el arquitecto municipal Joaquín Rucoba presentó a la Junta de Caridad un proyecto de Hospital de acuerdo con las recientes conclusiones del Congreso de Higiene de Bruselas de 1875, para ubicarlo en las cercanías de lo que hoy es la plaza de Indautxu. El hospital tendría una cabida para 300 personas. Este proyecto tampoco fructificó.

• El último de los proyectos fallidos fue el firmado por Alberto de Palacio el 1 de diciembre de 1886. Su proyecto se acompañaba de una memoria dirigida a la Junta de Caridad y volvía a incidir en el modelo del parisino Hospital de Lariboissière. Algunas de sus características eran similares a las del proyecto “Gil”, pero también aparecían algunas aportaciones novedosas, como la de disponer una sala para enfermos psiquiátricos. 

Cuando la situación era ya insoportable y las denuncias contra las carencias hospitalarias menudeaban en la prensa local y en los plenos municipales, el Ayuntamiento y la Junta de Caridad que regía al Hospital optaron por una solución intermedia mucho más económica que las precedentes: construir un edificio en las proximidades de Atxuri que sirviera para ampliar su número de camas y establecer unas consultas externas más dignas que las existentes.

El arquitecto Edesio de Garamendi presentó un proyecto que fue aprobado el 17 de octubre de 1890 por las comisiones de Fomento y Gobernación y el 11 de noviembre el Ayuntamiento comunicó a la Junta de Caridad la aceptación del proyecto de obras. Terminado, por fin el edificio, el 19 de enero de 1893, se autorizó su ocupación.

El Hospital terminado constaba de sótano, pisos bajo y principal, con un piso más en el Pabellón Central. Se encargaron del servicio los mismos médicos que atendían el del Hospital de Atxuri: Adolfo Gil, Ricardo Arregui, Enrique Fedriani y Andrés Fernández. También tres practicantes y seis Hermanas de la Caridad. 

Su vida activa fue breve  ya que el hospital de Solokoetxe dejó de cumplir sus servicios pocos años después de haberse inaugurado. En 1909 y 1910, con el reparto de sus muebles entre el Hospital de Basurto, de los Pabellones de Elejabarri y la cárcel Galera se liquidó la existencia del efímero Hospital de Solokoetxe. Durante su breve asistencia estuvo dedicado a las consultas externas y al ingreso de enfermos infecciosos, a los convalecientes trasladados desde Atxuri y a las mujeres portadoras de enfermedades venéreas; pero no solucionó el grave problema de la plétora de enfermos que sufría Atxuri.

Juan Gondra Rezola