Mauro Azcona Pérez, guionista y director de cine, nacido en la localidad de Fitero (Navarra), en 1891, falleció en Moscú, el 28 de febrero de 1982. Hijo de un fotógrafo ambulante, se inició en el cine como organizador de proyecciones en el Teatro-Círculo Republicano de Sestao. En 1924, participó como director asistente en Edurne, modista bilbaína. Junto a su hermano Víctor creó los Estudios Cinematográficos Azcona. Realizaron diversos cortometrajes documentales, como Puerto de Bilbao (1924), Vizcaya pintoresca (1925) o Bilbao (1926), en los que plasmaron el interés de los Azcona por la documentación visual y la crónica de la ciudad. Al comienzo de Bilbao, una leyenda relata la historia de la ciudad, haciéndose eco de la actividad comercial, minera e industrial que dio impulso a la próspera metrópoli vizcaína. El cortometraje exhibe paisajes industriales y urbanos, animados por un intenso tránsito rodado y peatonal en las inmediaciones del Puente del Arenal, donde el casco histórico se encuentra con el moderno ensanche urbano.

Posteriormente, rodó varios trabajos de ficción, como Los apuros de Octavio (1926) o El secreto de Jipi y Tilín (1927), consistentes en series de secuencias cómicas aderezadas con frecuentes insertos publicitarios. En 1928, los Azcona estrenaron el largometraje, El mayorazgo de Basterretxe, con notable éxito de crítica y público. El argumento ubica entre las guerras carlistas un melodrama rural que se anuncia como un acontecimiento cinematográfico nacional, de ambiente, actores y producción vascas, prometiendo un retrato fiel de sus decimonónicas costumbres, en sintonía con el imaginario del nacionalismo vasco de la época. El argumento, con la ciudad como historia de fondo, en la que se urden el engaño y la conspiración, contrasta con el interés urbano e industrial de sus anteriores realizaciones.

Desgraciadamente, la llegada del sonoro dio al traste con la viabilidad de una producción estable que sentara las bases de una incipiente industria cinematográfica vasca.

En plena Guerra Civil, dirigió varios cortometrajes documentales, como Frente a frente (1937) o Madrid vive la guerra (1937), rodados para la Sección Cinematográfica del Regimiento de Milicias Populares "Pasionaria". Tras la guerra partió hacia Montevideo (Uruguay) y la URSS, donde trabajó para los estudios Mosfilm.

 

 

Eneko Lorente