La relación del escultor Jorge Oteiza (Orio, 21 de octubre de 1908 – San Sebastián, 9 de abril de 2003) con Bilbao comienza en 1948 cuando elige la villa bilbaína como lugar de residencia tras su regreso al País Vasco después de trece años de periplo por diversos países de Sudamérica.

Junto a su esposa Itziar Carreño, bilbaína de nacimiento, alquilan una vivienda en el número 50 de la calle Iturribide, cercana a la fábrica de componentes eléctricos de porcelana situada en la calle Zabalbide, en la que el artista trabajó como director técnico hasta 1950.

En los tres años que residió en la villa intentó impulsar y dinamizar el panorama artístico y cultural del Bilbao de la posguerra a través del contacto con los intelectuales, artistas y literatos de la ciudad. En dicho afán, participó en tertulias y ofreció conferencias en el Nuevo Ateneo Bilbaíno, en la Asociación Artística Vizcaína y la Sala Stvdio. Igualmente, realizó varios escritos en apoyo de los jóvenes artistas que exponían en esos momentos y redactó su libro “Goya, mañana. El Realismo inmóvil” que publicó en 1998. Entre las amistades que frecuentó se encontraban tanto pintores como José Barceló, Ricardo Toja, Agustín Ibarrola, Juan Matías Pascual o Matías Álvarez Ajuria, como escritores como Blas de Otero o Gabriel Aresti, entre otros.

La primera exposición que realizó tras regresar de América fue en 1949 en la Sala Stvdio de Bilbao junto a serigrafías de André Masson; más tarde, en 1950 expuso en la misma galería en la colectica “5 Plásticos Vascos” y en febrero de 1951 con el grupo “4 Escultores abstractos”. También se pudo ver alguno de sus trabajos en la exposición “Vizcaya 1937-1950” celebrada en el Instituto de Enseñanza Media de Bilbao en 1950.

La obra escultórica que Jorge Oteiza realizó en Bilbao se basó en pequeñas esculturas en porcelana, material refractario, cinc y latón con ecos figurativos que poco a poco iban aplastando el volumen y desocupando la materia. Entre las mismas, destaca “Unidad Triple y Liviana”, una de las obras cumbre de su posterior desarrollo experimental.

A pesar de que Jorge Oteiza no volvió a residir en Bilbao, años más tarde, propuso la creación de varios centros de educación estética para la ciudad: en 1979 la Fundación Sabino Arana junto a Néstor Basterretxea y más tarde, en 1987 proyectó la reconversión de la Alhóndiga de Ricardo Bastida en un centro cultural y estético junto al arquitecto bilbaíno Juan Daniel Fullaondo y Francisco Javier Sáenz de Oiza.

La relación del artista con la ciudad de Bilbao quedó sellada en 2002 con la instalación de su escultura “Variante Ovoide de la desocupación de la esfera” enfrente del Ayuntamiento bilbaíno.

Miren Vadillo