Actor, nacido en Bilbao el 6 de enero de 1847, fallecido el 18 de febrero de 1888. Hijo de Miguel Zamacois, impulsor de la modernidad cultural de la Villa, Ricardo creció en un entorno familiar ilustrado compuesto por escritores, músicos, pintores y actores, en el que también tenían cabida los aventureros, emprendedores y gimnastas, entre otras dedicaciones.

Ricardo Zamacois se inició tempranamente en el mundo del teatro realizando una notable carrera como actor cómico y lírico. Tras realizar estudios en Madrid y París, comenzó a actuar de forma esporádica en sociedades y funciones de aficionados hasta ingresar en el Real Conservatorio de Música y Declamación de Madrid, donde recibió cierto reconocimiento por su participación en obras como Don Tomás, de Narciso Serra o Lo que son las mujeres, de Stahl. Compagina la actividad escénica con colaboraciones en el diario La Política. En 1867 actuó en la obra Quiero y no puedo, en el Teatro de la Zarzuela de Madrid, llegando a formar parte de la compañía de declamación hasta 1868. Allí alcanzó diversos éxitos tanto en teatro como en el género lírico, gracias a su participación en obras como Un hallazgo literario, Don Quijote de la Mancha, Las huellas del crimen, El molinero de Suiza o La gata de Mari Ramos. En 1871 intervino en el reparto de Don Juan Tenorio, en el Teatro Principal de Valencia.

También realizó aclamadas actuaciones en el Teatro Novedades, con La virgen de la paloma o La chismosa. A partir de 1870 Ricardo destacó por su interpretación cómica e imitación de celebridades en diversos teatros madrileños, como el Variedades y el Teatro y Circo de Price, en obras como Por una sátira (1872) o Los bufos, esta última en el Teatro de la Risa. También ofreció representaciones en la Zarzuela y en el teatro de La Comedia, con obras como La mamá política o El noveno mandamiento, ambas de Ramos Carrión. En el Salón Eslava desarrolló su trabajo como director de compañía.

Tras abandonar paulatinamente la lírica, destacó como actor de verso con giras por diversas ciudades españolas. En 1892 se incorporó al Teatro Lara de Madrid, realizando nuevas giras por los teatros españoles y sudamericanos, de donde regresó en 1886. La crítica del momento le definió como un actor de gran oído musical, que pese a su escasa voz, era capaz de encandilar al público con el gesto y la gracia de sus interpretaciones. En 1897 desapareció de los escenarios por motivos de salud tras cosechar un notable éxito con la obra El padrón municipal, en la compañía del Teatro Lara. Tras su fallecimiento, en 1888 se formó la Sociedad Cómico-lírica Ricardo Zamacois y el actor recibió un breve reconocimiento póstumo en las páginas del capítulo sexto de La Regenta, de la mano de Leopoldo Alas Clarín.

 

Eneko Lorente