Carecemos de datos acerca de la mortalidad infantil en Bilbao hasta los años finales del siglo XIX, en los que se muestra una gran preocupación ciudadana por las altas tasas que se daban en la Villa. Ignoramos si ello fue debido a un incremento de las propias tasas de mortalidad infantil o a una nueva sensibilidad de la sociedad. ¿O quizás a una combinación de ambas?

En cualquier caso, el cuadro encontrado resulta sobrecogedor; en una ciudad que rondaba los ochenta mil habitantes, fallecía cada año una media cercana a los quinientos niños menores de un año y otros tantos cuya edad era de entre 1 y 4 años; en su mayor parte por causa de las enfermedades infecciosas de la infancia. Además de la tuberculosis y  la viruela, que tendrán un estudio específico, destacan entre ellas las afecciones del aparato respiratorio, bronquitis, neumonías y bronconeumonías; las diarreas, muchas de ellas ocultas bajo el diagnóstico de eclampsia; el sarampión, la difteria, las sífilis congénitas  y las meningitis.

No se trata de enfermedades cuya mortalidad dependiera únicamente de la virulencia del germen causal, sino que se encontraba muy relacionada con las condiciones higiénicas del paciente y con su estado nutricional; lo que era bien sabido por los médicos e higienistas bilbaínos de la época, que denunciaban la situación y proponían medidas correctoras más de carácter higiénico o social que de índole médica. Estas medidas incluían:

·         Proporcionar viviendas dignas y acabar con el hacinamiento existente

·         Nuevo sistema de abastecimiento de aguas que garantizara su potabilidad

·         Nueva red de saneamiento

·         Lucha contra el fraude alimentario y rebajas de impuestos a los alimentos básicos.

·         Creación de una “Gota de leche” para mejorar los cuidados y alimentación de los lactantes

·         Creación de una maternidad y un equipo de tocología a domicilio para disminuir la mortalidad en torno al parto.

·         Reforma del Instituto Municipal de Vacunación

·         Reforma de la Inspección Médica Escolar

Algunas de estas propuestas fueron pronto llevadas a buen término, aunque otras tardaron más de treinta años en ser realidad; pero, vista en conjunto, la evolución de la mortalidad infantil entre los años 1900 y 1931 refleja un descenso continuo solamente interrumpido por el pico ascendente ocasionado por la epidemia de gripe del año 1918. Esta misma evolución tuvo lugar también en numerosas ciudades industriales europeas; en algunas de ellas, años antes de que ocurriera en Bilbao y, en otras, más tarde. Quizás la característica más acusada en la Villa fuera la rapidez con que tuvo lugar. Y todo ello mucho antes de que tuvieran lugar los descubrimientos de las vacunas protectoras o los antibióticos, solamente como efecto de una mejoría de la higiene y la educación.

La Guerra Civil (1936-1939) y la dura posguerra forzaron un retroceso, pero, a partir del año 1950 se retomó un descenso que ha continuado hasta el año 2013.

Juan Gondra Rezola