A lo largo de su historia, Bilbao no sólo se ha visto afectada por diferentes epidemias, sino que éstas han marcado muchos aspectos de su evolución; tanto en los aspectos del tráfico marítimo, como en sus normas de higiene urbana e incluso en su postura ante la pobreza. Todo ello, de forma muy similar al resto de las ciudades europeas del arco atlántico.
Su respuesta ante cada amenaza de epidemia no ha variado mucho a lo largo de los siglos, y ha seguido el modelo adoptado a partir de la terrible epidemia de peste de los años 1347-1351, la llamada “Peste Negra”. Carecemos de datos acerca de lo ocurrido en Bilbao en aquella peste, pero sí conocemos las medidas adoptadas por el Ayuntamiento bilbaíno con ocasión de las primeras epidemias de peste sufridas por la Villa a lo largo del siglo XVI y, sobre todo, de la “Gran Peste Atlántica” de los años finales de aquel siglo.

 Todas las medidas preventivas y paliativas corrían a cargo de los ayuntamientos y, en menor medida, del gobierno del Señorío. Las intervenciones de la Corona eran muy raras. El esquema habitual se iniciaba cuando corrían rumores de que alguna ciudad estaba “apestada”, lo que llevaba a las autoridades locales a investigar si ello era cierto y a cortar el tráfico de personas y mercancías con la zona epidémica.

Cuando la enfermedad se acercaba a la Villa, era habitual proceder a la limpieza de todo el casco urbano y a procurar acopios de víveres para evitar las hambrunas. También se preparaban locales para hospitalizar a los enfermos o colocar en cuarentena a los sospechosos y se establecían contratos con médicos, cirujanos y boticarios para tener garantizada la asistencia y evitar que estos profesionales huyeran dejando desamparada a la población. Se nombraban vigilantes para que todo forastero que llegara a Bilbao, fuera investigado para saber si podía venir de zonas sospechosas, en cuyo caso pasaba a ser ingresado en “cuarentena”.

Cuando comenzaban a aparecer casos de enfermos, el Ayuntamiento trataba de evitar su aislamiento, ponía en marcha los hospitales para apestados, habilitaba procedimientos para el transporte y sepultura de os difuntos y organizaba repartos de alimentos para pobres y enfermos. 

Cuando en el siglo XVII aparecieron varias epidemias de tifus exantemático o “tabardillo”, aunque la alarma fue mucho menor, el esquema de actuación fue similar; y lo mismo ocurrió cuando llegó el cólera en el siglo XIX, con tres epidemias que afectaron gravemente a Bilbao: el cólera de 1834,  el cólera de los años 1854-55, y el de 1893

Tampoco fue muy diferente la reacción de Bilbao ante las primeras epidemias de gripe o ante la gran pandemia gripal del año 1918.

Pero a lo largo del siglo XX la Medicina cambió notablemente y la lucha contra las epidemias se trasladó a un marco de actuación mucho mayor, nacional e incluso internacional. Así las medidas ante la Gripe Asiática del año 1957, ya no fueron competencia de nuestro Ayuntamiento y las últimas epidemias de gripe, SIDA, etc. Han sido afrontadas siguiendo normas de la Organización Mundial de la Salud.

Juan Gondra Rezola