La pretensión por parte de aquella élite financiera e industrial, de poder asimilar no solo la industria, métodos de producción y valores de la sociedad norteamericana sino que también su arquitectura, su urbanismo y su construcción con el fin de adquirir una faceta de moderna metrópoli, y el estatus de capital financiera e industrial, fue una realidad. Toda una serie de diferentes proyectos, debates y controversias que se plantearon a lo largo de esos años 50 no hicieron sino reflejar esa idea.Detrás de los viajes a Estados Unidos de Félix Iñiguez de Onzoño, Eugenio Aguinaga y Antonio Zalbidegoitiano estuvo sino el tratar de reproducir algunas de aquellas innovadoras premisas arquitectónicas.Jose Mª Areilza, siendo embajador en Washington, les había remitido a los editores de la revista Vizcaya estudios sobre los ferrocarriles existentes en los Estados Unidos, además de otros estudios.

 En 1960, junto a la universidad de Deusto, el arquitecto del Ministerio de la Vivienda, Javier Sada de Quinto, llegó a proponer un proyecto de rascacielos hasta entonces inédito en Bilbao pero posible gracias a las técnicas más modernas. Planteó una serie de torres, basándose en un proyecto norteamericano. El plan fue realizar un núcleo residencial autónomo, uniendo en los bajos un supermercado, comercios, cine, correos y amplios garajes. Los edificios se diseñaron basándose en una estructura metálica, fundamentado en un sistema constructivo americano y hasta entonces desconocido en el panorama arquitectónico bilbaíno.

 El Banco de Vizcaya irrumpió en la realidad arquitectónica decimonónica del Ensanche. Se trataba del proyecto de un edificio que tenía que ser capaz de personificar los modernos ideales de una de las más potentes entidades financieras españolas. Para los banqueros bilbaínos la arquitectura que respondía a sus anhelos se encontraba en Manhattan. Este proyecto de los arquitectos José Luis Casanueva y Jaime Torres cuya propuesta resultó la ganadora con una disposición de volúmenes siguiendo aquellas corrientes vigentes de la arquitectura estadounidense. Una vez ganado el concurso, viajaron a Nueva York, junto al arquitecto José Chapa y varios miembros más del banco. Expresaron estos técnicos desde diferentes medios de comunicación locales que quisieron comparar las ideas que tenían con las realizaciones estadounidenses más destacadas. Visitaron las entidades más modernas de Manhattan estudiando sus estructuras y funcionalidad además de su estética y sentido urbanístico.

 Otras propuestas que resultaron interesantes fueron las realizadas tras su viaje a EE.UU. por Eugenio Aguinaga quien planteó a lo largo de los años sesenta diversos proyectos, uno fue la urbanización y pabellón del Club de Golf de La Galea, lugar de encuentro y ocio de la élite empresarial y financiera de Bilbao, fue un proyecto basado en la arquitectura de Frank Lloyd Wright.

 Planteaban los ingenieros bilbaínos soluciones túnel o el paso mediante un puente con un estribo en la Playa de Las Arenas que se resolvía mediante rampa espiral tomando como modelo las soluciones en infraestructuras en Cobo Hall, Detroit, Michigan, o vías de comunicación como la autopista Lodge. Ingenieros como Pedro Sarobe plantearon realizar bajo la ría del Nervión como comunicación entre ambas márgenes, proyectos de viaductos como el realizado bajo el rio Hudson en EE.UU. El modelo propuesto era el Holland Tunel que conectaba Manhattan con New Jersey. Incluso para la realización de la autopista Bilbao-Behobia, la Harris se quería basar en la actuación de la New York Thruway.

 Pero las consecuencias de aquellas quiméricas pretensiones de emular las ciudades estadounidenses no se hicieron esperar. En 1970 el COAVN, desde su delegación en Bizkaia, falló desierto el premio de arquitectura Pedro Asúa. El jurado confrontó el escaso nivel de las obras presentadas, por la fracasada americanización.

 

 

Luis Bilbao