El Palacio de la Diputación es un edificio exento de carácter institucional ubicado en lugar privilegiado de la zona central del primer tramo de la Gran Vía proyectada en el Ensanche de Bilbao. Ocupa la cuarta parte de una de las grandes manzanas del Ensanche.

Se inauguró el día 31 de Julio de 1900, festividad de San Ignacio, como nueva sede que sustituyó a la anterior ubicada en el Plaza Nueva del Casco Viejo, y estuvo a punto de ser edificado junto a los Jardines de Albia.

Supone una notable muestra de eclecticismo, más interesado en el aspecto exterior que en la funcionalidad interior. En estilo monumental, con sugerencias medievalistas y toques de barroquismo, trasmite la mentalidad burguesa de la época que deseaba mostrar su poder en edificios sólidos y majestuosos, de acusada suntuosidad ornamental, y la euforia derivada de las minas, las navieras y las industrias florecientes de la época.

Se convocó un concurso al que se presentaron veinte trabajos, siendo declarado desierto por el jurado de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando. Finalmente resultó elegido el de Luis Aladrén entre siete de los anteproyectos seleccionados.

El arquitecto aragonés afincado en San Sebastián Luis Aladrén redactó el proyecto del nuevo edificio, siendo autor también del Casino de San Sebastián posteriormente transformado en Ayuntamiento y colaborador en el proyecto de la Diputación de Guipúzcoa. En 1899, y por motivos de salud, le sustituyó en la dirección de las obras el arquitecto provincial Antonio Carlevaris.

Tiene un volumen compacto dispuesto en sótano, entreplanta, dos alturas, ático y sobreático, con fachadas a sus calles perimetrales. En su composición se definen varios niveles diferenciados por el tratamiento de las texturas, con piedra de sillería almohadillada en el basamento. Un escudo superior de remate preside la fachada a la Gran Vía, que además incluye un cuerpo central con porche de entrada y balconada tipo palco para presidir actos públicos.

En el interior, desde un amplio vestíbulo de entrada arranca la escalera principal de mármol con balaustrada de bronce distribuyendo las diversas dependencias. Tiene varios techos pintados al fresco y una vidriera artística en la cúpula de la escalera con alegorías: La Paz, la Industria, el Comercio, la Navegación, la Pesca, la Agricultura, la Región y la Ciencia ofreciendo sus dones a Bizkaia.

La riqueza decorativa de sus Salones (Salón de Recepciones, Salón del Trono, Salón de Sesiones, Salón de Sota, Salón de Gobierno) se complementa con una gran colección de valiosas e interesantes obras de arte.


Francisco J. García de la Torre y Bernardo I. García de la Torre