Proyecto de extensión urbana que amplía los límites del primer ensanche de Bilbao, culminando la  ocupación de la vega de Abando.

A partir de 1890, una vez conseguida la anexión completa del municipio de Abando, el Ayuntamiento de Bilbao se planteó la necesidad de elaborar un plan que integrara los nuevos terrenos en la ciudad, y que asignara más superficie a la reserva de espacio planificado del Ensanche. La decisión de incorporar a éste 76 nuevas hectáreas se tomó el 17 de abril de 1896. Esto suponía establecer una nueva línea divisoria entre el Ensanche y las Afueras.

El proyecto inicial fue realizado por el mismo autor del Hospital de Basurto, el técnico municipal Enrique Epalza, y presentado en 1898. Sin embargo, ni ese ni su reformulación dos años después fueron aceptados por diversas cuestiones técnicas. Ante esto, el ayuntamiento decidió plantear un concurso público, convocado en 1902.

El concurso se decidió en 1905 entre dos propuestas finalistas. Una era la firmada por los arquitectos Pedro Guimón y Ricardo Bastida. Representaba un claro paso adelante respecto a la tradición urbanística local, ya que se fijaba principalmente en los problemas de circulación y comodidad por encima de las cuestiones de ornato y definición de la cuadrícula. Se potenciaban los ejes viarios longitudinales hacia Basurto y Olabeaga, que debía convertirse en la zona que encauzara el desarrollo urbano de la Villa. La propuesta principal consistía en la prolongación de la calle Ercilla desde su desembocadura en una plaza coincidente con el espacio de la actual de Indautxu hasta otra gran plaza frente al Hospital de Basurto.

Aunque este fue el proyecto inicialmente elegido, cambios en la composición del gobierno municipal y la presión de los enormes intereses en juego forzaron su rechazo y la aprobación del otro proyecto finalista, el firmado por el arquitecto Federico Ugalde.  En esta propuesta dominaban las cuestiones de trazado, y aparecían dos objetivos explícitos. El primero mejorar las condiciones de salubridad, por medio de los espacios libres, reducción de la superficie edificables y mejoras de infraestructuras. El otro era lograr un enlace satisfactorio con el ensanche previo. Esto último debía tener en cuenta las limitaciones de las construcciones preexistentes, sobre todo del propio Hospital de Basurto, de urbanizaciones particulares como la de Indautxu, y las vinculadas alos ferrocarriles (estación de Ametzola y los trazados de vías que cruzaban la zona).

La filosofía dominante en el proyecto de Ugalde mantenía una clara continuidad con los planteamientos conservadores de sus predecesores de 1876. Así, consideraba que el crecimiento inmediato de la Villa se debía vincular al sentido norte-sur, es decir, desde la Gran Vía y los muelles de San Mamés hacia Basurto e Iturrigorri (Rekaldeberri). Estas ideas se reflejan en el diseño de las calles trazadas.

El proyecto presentaba calles de entre 15 y 50 metros de anchura, dominando las de 20-25 metros, y dejaba gran número de plazas y jardines. Ugalde dio la máxima prioridad a las vías perpendiculares a la Gran Vía, resultando calles como María Díaz de Haro, Doctor Areilza y Sabino Arana. En la otra dirección se propuso facilitar el enlace entre los dos ensanches, prolongando en lo posible el callejero existente, y diseñando una gran plaza en Indautxu.

El proyecto se aprobó inicialmente en diciembre de 1907, y tras introducir distintas modificaciones, la aprobación definitiva llegó con el 7 de marzo de 1913. Con este plan se cierra una etapa en la historia urbanística de la Villa, la que intentaba regular el crecimiento y corregir problemas por medio de simples planes de ensanche. Este proyecto no pudo solucionar muchos de los problemas que se habían ido enquistando en la construcción de la ciudad, ya que en realidad no pasaba de ser un proyecto de ampliación que diera continuidad a los estrechos limites, sin entrar en los problemas de fondo. 

José María Beascoechea