Compositor, pianista y poeta (Bilbao, 1890-1940). Celebrado en su juventud como una de las mayores promesas artísticas de su entorno, encarnó la corriente más cosmopolita y vanguardista de la música vasca de su generación.

Al quedar huérfano, con doce años, asumió su crianza su abuelo Andrés Isasi Zulueta; un notable banquero y prócer local que había sido nombrado Marqués de Barambio por Amadeo I. Tanto él como su consuegro Ciriaco Linares fueron partícipes en la sociedad promotora del futuro Teatro Arriaga, de la que sería secretario el padre del compositor, Andrés Isasi Murgoitio.

Realizó sus primeros estudios musicales con el reputado pianista y compositor Miguel Unceta, destacando pronto por su talento y precocidad. En 1908 ya era autor de un nutrido catálogo de piezas pianísticas y de cámara, parcialmente publicado por la editora bilbaína Lazcano y Mar. Ese mismo año fue saludada con entusiasmo su presentación pública como intérprete y compositor en la Sociedad Filarmónica de Bilbao.

En 1909 se trasladó a Berlín para estudiar composición con Engelbert Humperdinck, discípulo de Richard Wagner. Allí estrenó varios poemas sinfónicos, como sus exitosos Zharufa (1913) y Amor dormido (1914). El primero, además, logró un 2º premio en un concurso internacional de Malmö (Suecia), en 1914. También ese año se escuchó en Estocolmo su Cuarteto en Sol, estrenado en Bilbao en 1911. Paralelamente, Isasi se afilió en 1913 a la recién fundada Asociación de Artistas Vascos y colaboró con dicha entidad en una reivindicativa “Fiesta de Arte” celebrada en la Filarmónica con apoyo de Unamuno y otros artistas e intelectuales bilbaínos.

El músico regresó definitivamente a Bilbao en 1914, tras el estallido de la Guerra Mundial. Un año más tarde presentó con éxito Amor dormido en el Campos Elíseos, si bien el germanismo de la partitura fue causa de controversia entre la crítica nacionalista. Entre 1915 y 1916 colaboró con el Orfeón Euskeria en una serie de “conciertos populares”, interpretando algunos de sus Lieder y la Berceuse heroica, que acababa de estrenar en el getxotarra Club Marítimo del Abra. En cambio, quedó en suspenso su proyecto de crear una ópera vasca con libreto de Emiliano de Arriaga, Lekobide.

Isasi también cosechó aplausos en Madrid con Ador dormido, que interpretó la Orquesta Filarmónica bajo la dirección de Bartolomé Pérez Casas en 1917; y, sobre todo, con su Segunda Sinfonía (1918), estrenada por Enrique Fernández Arbós al frente de su Orquesta Sinfónica. Este triunfo, ratificado en Bilbao por la misma formación al año siguiente, supuso su definitiva consagración artística. Para entonces, el compositor ya era reconocido como uno de los más eminentes de su villa natal, como demuestra el hecho de que su obra fuera programada junto a la de Arriaga y Guridi para festejar las bodas de plata de la Sociedad Filarmónica, en 1921.

No obstante, Isasi se alejó de la vida pública a partir de su boda, en 1916, retirándose a su palacete familiar de Algorta, en Getxo. En esa intimidad escribió sus cuatro últimos cuartetos (c. 1920), que inaugurarían su etapa más hermética y personal, siempre tendente a una progresiva depuración estilística.

Todavía en 1925 estrenó en el Teatro Arriaga de Bilbao sus tres Baladas para piano, interpretadas por el virtuoso húngaro Emeric Stefaniai, y el poema sinfónico Mendigos al sol, que Armand Marsick dirigió a la Sinfónica de Bilbao. Esta pieza también fue programada por la Sinfónica de Madrid en la misma temporada con el título de Vendimión y Madre Ceniza, aunque sin gran repercusión. En años sucesivos, Isasi publicaría parte de su obra pianística en la editorial húngara Rózsavölgyi (Balladen, Skizzen, Films). Además, estrenó su tríptico coral Angelus en la catedral de Budapest (1930), lo que supuso uno de los mayores éxitos de su carrera.

Otras piezas corales de carácter religioso serían estrenadas en la década de 1930 por la capilla de música del Santuario de Arantzazu, en Gipuzkoa, y la bilbaína Schola Cantorum de Vicente Goikoetxea. Con todo, y pese a alguna otra reposición ocasional, la proyección pública del compositor ya se había apagado casi por completo antes de su prematuro fallecimiento. Buena parte de su última producción estuvo volcada a la composición de Lieder sobre poemas propios; una de las facetas más originales de su creación.

Su legado se conserva en la Escuela de Música Municipal de Getxo, que lleva su nombre.

Obras: 7 poemas sinfónicos (Zharufa, Poema erótico, Amor dormido, El Oráculo, El Pecado, Su Imagen, Mendigos al sol); 2 Sinfonías; 2 Suites orquestales; Berceuse heroica, para violín y piano u orquesta; 6 Cuartetos de cuerda; obras para piano (Balladen, Skizzen, Films, Sonatas, Sonatinas...); Angelus; Misa en Fa; Lieder, etc.

 


Mario Lerena